Capítulo uno

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- ¡Maldito puto de mierda!- los gritos resonaban por toda la habitación al igual que los golpes.

Desde un rincón, totalmente encogido y aterrorizado, Aaron observaba la escena temblando y jadeando, como el hombre de gran tamaño le daba una paliza a patadas y puñetazos al chico pelinegro que se encogía tratando de resistir.

Podía ver la sangre chorrear por el suelo y las paredes, si seguía así iba a matarlo. Aún así no se atrevió a moverse de su lugar, no podía hacer nada pues no quería recibir otra paliza. No iba a soportarla. Sentía un dolor punzante en las costillas y todo su rostro también chorreaba sangre por los resientes golpes.

Temblaba incontrolablemente, deseando que todo acabara ya. Y luego de unos cuantos minutos por fin se acabó.

Los golpes se detuvieron, aunque el pelinegro continuó jadeando adolorido, se quedó tirado contra el suelto. Por un momento Aaron tuvo miedo que el intimidante hombre volviera a arremeter contra el, estuvo a punto de moverse hacia abajo de la mesa para protegerse, pero no fue necesario.

El mayor se dió la vuelta y caminó a pasos tranquilos para ir a sentarse al mismo sofá de cuero en el que estaba hace apenas unos minutos. Con total tranquilidad apoyó los codos sobre los posa brazos y los miró con una total indiferencia.

Aaron se estremeció en su lugar, a la expectativa de lo que estaba a punto de suceder.

Patrik siempre lograba intimidarlo con la mirada, esos ojos oscuros que mostraban total dominación. Desde la primera vez que lo conoció supo que no le gustaban, pero con el tiempo aprendió que su mirada realmente le causaba terror sentirlos sobre el. Cargaban con una frialdad indescriptible que le helaba la sangre. Pero eso no era lo único a lo que le temía, todo en ese hombre le daba miedo. Su tamaño era algo que también lo hacía sentir insignificante, un hombre de al menos un metro ochenta y largos, con brazos fuertes y una figura lo suficientemente grande como para deatrozarlo de un soplido.

- vengan acá.- lo escuchó decir mientras tomaba una cajetilla de cigarrillos y sacaba uno para llevarlo a su boca.

Los chicos se estremecieron ante la orden. Aaron dudó un momento pues quería mantenerse lo más lejos posible de ese hombre, pero sabía que si se atrevía a desobedecer le iría peor.

Con dificultad se levantó y fue hasta el hombre, arrodillándose frente a el en una posición de sumisión total, bajando la cabeza para no tener que mirarlo a los ojos. Pasaron unos cuantos segundos más hasta que sintió como el otro chico también llegaba a arrodillarse a su lado.

El silencio se prolongó por un tiempo más, Aaron pudo escuchar al mayor suspirar y enseguida percibió el olor al humo que se coló por sus fozas nasales.

De repente una mano lo tomó por el mentón, obligándolo a levantar la cabeza, aunque mantuvo la mirada lo más baja que le fue posible. Pudo ver de reojo como Patrik analizaba su rostro, posiblemente asegurándose de que las marcas no fueran muy graves y no le quedaran cicatrices. Tenía terror de saber cómo sería el estado de su rostro.

- miren nada más lo que me obligan a hacerles.- suspiró cansado.- todo esto es culpa suya, si se portaran bien, si hicieran lo que les digo nada de esto habría pasado.

Su voz se oía desepcionada. Como si tuviera derecho a estarlo. Después de darles la paliza de su vida se atrevía a decirles que todo era su culpa, y en la cabeza de ambos chicos eso era cierto.

Inocente (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora