Capítulo dieciocho

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Leandro estaba distraído imprimiendo unas cosas, pero una vez la impresora terminó de hacer su trabajo, recogió los papeles y se dió la vuelta para salir, pero mientras se dirigía a la puerta pudo notarlo de reojo. Su mirada se dirigió de inmediato al piso de abajo, a través del cristal pudo ver al chico, el cual se encontraba parado alado de las estanterías y lo observaba fijamente.

Al principio no supo cómo reaccionar, pero tras unos segundos en los que también lo miró, finalmente sus impulsos fueron los primeros en reaccionar.

Abre la puerta de un golpe y se acerca a las escaleras sin dejar de mirarlo de manera severa.

— ¿Que haces aquí?— inquiere con voz dura.

El rostro del pequeño se deforma, solo puede mirar al mayor con ojos grandes y asustados, lo que solo hace enojar más a Leandro, porque no debería sentir pena por el.

Ve al castaño retroceder un poco, aunque no tiene mucho espacio para alejarse. El mayor espera por una respuesta, pero entonces algo se lleva toda su atención y hace que su actitud dura desaparezca.

Puede ver cómo de la nariz de Aaron está chorreando... Sangre.

Abre los ojos con sorpresa y sin pensarlo se acerca a el, pero lo hace de manera tan repentina que lo asusta aún más, lo hace retroceder nuevamente y chocar contra la estantería.

— solo quiero ayudarte.— le explica para que deje de intentar huir.— estás sangrando.— eso hace que el menor, sorprendido se lleve las manos a la nariz, pero Leandro lo detiene antes de que llegue a tocarse.— espera, ven.

Lo toma del brazo y lo hace caminar hasta el mostrador.

— siéntate aquí.— se lo señala y el chico obedece, dando un pequeño saltito queda sentado sobre el mostrador.— espérame, ya vengo.

Y tras decir eso se va hacia una puerta, entrando al pequeño baño del lugar. Aaron lo espera quieto como le dijo, cuando lo ve volver, lo hace con un botiquín de primeros auxilios.

Simplemente observa mientras el mayor saca algunas gasas y algodón con agua oxigenada. Vuelve a acercarse a el, colocándose entre sus piernas, a una distancia mínima y comienza poco a poco a limpiar la sangre.

Aaron no puede hacer más que mirarlo, observa el rostro del mayor más de cerca, pudiendo apreciar mejor cada una de sus facciones. Su mandíbula marcada, sus pestañas largas, su nariz perfilada, un pequeño lunar que tiene en el pómulo, sus ojos verdes.

— ya está, con esto dejará de sangrar.— coloca una gasa haciendo presión sobre la nariz del castaño.— sosténlo por un rato.

El menor no duda en hacerlo, sin embargo, cuando levanta sus manos para sostener la gasa, las mangas de su chaqueta se van hacia abajo, exponiendo sus muñecas.

A Leandro se le hiela la sangre de inmediato. Sus ojos miran fijamente las marcas violacteas alrededor de las muñecas de Aaron.

Lleva su vista a los ojos del menor, los cuales lo miran extrañados.

Tras pensarlo un momento carraspea.

— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?— dice por fin. Espera una respuesta, pero como es costumbre, el menor aparta la vista y se mantiene en silencio. Eso lo hace desesperarse.— ¿Por qué me mentiste? Yo creí que realmente querías que te enseñara a leer, si no te interesaba me lo hubieras dicho desde un principio, no era necesario que me mientas.

Aaron volvió a mirarlo, esta vez sus ojos parecían desesperados, negó repetidamente con la cabeza, pero Leandro no estaba dispuesto a adivinar, así que simplemente esperó hasta que el castaño finalmente le habló.

Inocente (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora