Luego de cuatro insoportables días sin poder moverse de la cama, viendo únicamente a Patrik, cada vez que entraba a la habitación con una cámara, el viernes por fin le dijo que podía salir.
Ya no estaba haciendo fiebre, la tos también había disminuido y aunque aún le dolía un poco la garganta, pero estaba demasiado feliz de poder salir como para decírselo a Patrik.
— quiero que me traigas suficiente dinero.— le advirtió antes de dejarlo salir.— toda esta semana que estuviste de vago la vas a tener que pagar. Si pasaras más tiempo en los hoteles que en la calle no te habrías enfermado.
Aaron asintió y cuando Patrik por fin le dijo que podía marcharse, salió del apartamento lo más rápido que pudo.
Al salir se llevó una gran sorpresa, el paisaje ahora era completamente blanco. Por un momento, Aaron había pensado que el invierno se estaba terminando, pero al parecer aún no habían llegado a la parte más cruda de este. Su percepción del tiempo no era buena.
Odiaba los años en los que había nieve, aunque cuando era pequeño le encantaba jugar con ella, después de verla tanto y de saber que siempre terminaba todo mojado y congelado, le perdió el gusto.
Definitivamente su estación favorita era el verano. Esperaba que llegara pronto.
Caminó por las calles, nunca creyó que sería tan feliz por volver a ellas, pero luego de pasar unos cuantos días encerrado con Patrik, había aprendido a valorar la libertad de poder vagar por toda la ciudad. La única "libertad" que podía permitirse.
Lo primero que hace es buscar a Dominic, lo ha extrañado demasiado estos días en los que no se vieron. Aunque podría estar por cualquier parte de la ciudad, Aaron sabe dónde sería más probable encontrarlo.
Una esquina alado de una fábrica, por la que pasan varios coches. Efectivamente cuando dobla puede verlo allí junto a otros cuantos chicos con los que siempre se junta.
— ¡Dom!- lo llama y este se gira para verlo, sonríe cuando se da cuenta y abre los brazos mientras Aaron corre hacia el.
— ¡Aroncito!— lo aprieta muy fuerte cuando ya están abrazados y lo levanta un poco del suelo.
Los tres chicos de alrededor sonríen y una vez Aaron termina de abrazar a su amigo también los saluda.
— ¿Que hacen?
— hablábamos de Bau.— le cuenta uno de ellos.
— ¿De Bau?
— si, hablábamos de dónde podría llegar a estar, resulta que decidió escapar ayer en la noche y ahora lo están buscando por todos lados.— informó Dominic.
— es un idiota.— opinó un chico pelirrojo.— no sé cómo pensó que tenía oportunidad, ellos lo encontrarán donde sea que vaya. Nadie va a ayudarlo cuando sepan a quien pertenece, y Arley va a matarlo.— Arley era otro de los chulos, Aaron lo había visto unas veces pero nunca había cruzado palabras con el.
Bau era otro chico como ellos, tenía unos doce años y había estado desde siempre en manos de Arley. Aaron lo había escuchado algunas veces hablar sobre escapar, sin embargo nunca creyó que realmente fuera a hacerlo.
Aunque era normal que los prostitutos o las prostitutas escaparan, pasaba todo el tiempo, sin embargo era inevitable que todos terminaran de la misma manera.
Si no los mataban, los trasladaban en barcos de carga, en cajas chiquitas y apretados unos con otros, hasta otro lugar, allí los ofrecían a cualquiera que pudiera querer comprarlos.
Mientras hablaban un coche paró y un tipo bajó la ventanilla, gritándole a uno de los chicos que se subiera, este se despidió y se fué a hacer su trabajo.
— te veo después.— Aaron se dirigió a Dominic y después se despidió del resto.— adiós.
Caminó por un rato, observando las tiendas, a las personas que ahora iban con gruesos abrigos.
Entonces una idea le llegó. ¿Debería ir a la tienda? Había tratado de ignorar eso por un momento, le había fallado a Leandro, seguramente este lo odiaría por mentirle.
Pero tenía muchas ganas de ir, quería verlo, quería volver a escucharlo aunque fueran insultos o desprecio, lo que sea que tuviera que decirle, aunque a la vez deseaba con todas sus fuerzas que Leandro no estuviera enojado con el.
Sus pasos fueron por la calle larga del parce central de la ciudad, justo en frente a la librería, dónde se lo había vuelto a encontrar la vez pasada. Los copos de nieve le caían en el rostro, en la ropa, pero estaba demasiado acostumbrado al frío como para que eso le molestara.
Al estar frente a la puerta se replanteó nuevamente lo que estaba haciendo. Debería irse a buscar clientes como Patrik se lo había ordenado, no debería estar ahí, buscando a una persona a la que solo había visto dos veces y aunque este lo hubiera tratado mejor de lo que nadie lo había hecho en su vida, seguía siendo un desconocido que no sabía lo que hacía.
El vidrio se empañó cuando respiró alado de este, inconscientemente Aaron, mientras miraba hacia el interior, dibujó con su dedo la forma de una estrella. Finalmente, tras dudarlo por un par de minutos, entró.
No perdía nada con intentarlo, lo peor que podía pasar es que lo sacaran a patadas.
Se imaginó a Leandro golpeándolo y gritándole y la sola imagen mental le afectó más que recordar cualquier paliza que Patrik le hubiera dado.
Abrió la puerta lentamente y justo como la primera vez, lo que lo recibió fue un total silencio, pero ahora Aaron sabía que Leandro podría estar detrás de alguna estantería arreglando los libros.
Los pasos que dió dejaron un rastro de la nieve que traía en los zapatos, fue hasta las estanterías, Leandro no estaba donde lo había encontrado la otra vez, pero inevitablemente, cuando miró, pudo notar que entre los libros perfectamente acomodados, había uno en particular que no lo estaba. Caminó hasta este, lo tomó y observó la portada, dándose cuenta que ya la había visto antes. No recordaba el nombre pero era el que más le había llamado la atención cuando lo vió.
Mientras observaba el libro, escuchó un sonido de alguna parte. Su mirada se dirigió hacia unas escaleras, las cuales llegaban a una especie de oficina o habitación pequeña, con grandes ventanales que tenían la cortina corrida.
Allí, haciendo algo que no llegaba a ver estaba Leandro.
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Inocente (BL)
RomanceToda su vida ha sido igual desde que tiene memoria. Viviendo bajo un constante maltrato, vendiendo su cuerpo a desconocidos cada día para sobrevivir, para complacer al monstruo que lo tiene atrapado en sus garras. Aaron piensa que nada puede mejorar...