— ¿Y esa mami, como se llama esa?— el pequeño preguntó mientras señalaba con su pequeño dedito hacia el techo, dónde una lámpara formaba un hermoso cielo con miles de estrellas que a su vez formaban constelaciones.
— esa es la constelación de Orión cariño.— contó la mujer mientras acariciaba el cabello de su hijo.
— es muy bonita.— opinó este sin dejar de mirarla.
— lo es, es muy hermosa.— asintió la mujer de acuerdo.
Y así pasaron las horas, horas en las que ellos solo buscaron y buscaron constelaciones, se divirtieron con lo poco que tenían, con ese cielo que aunque la mujer sabía que eran luces artificiales, le bastaba con saber que para su hijo era un mundo cargado de historias hermosas, las cuales ella le contaba y el, con su inocente imaginación podia vivir todas y cada una de ellas.
Esas eran las noches felices, las noches en las que estaban juntos y jugaban hasta quedarse dormido, se abrazaban y el pequeño se quedaba dormido sobre el pecho de su madre.
Luego había otras noches, muy diferentes, mucho más oscuras.
Aaron sabía interpretar muy bien los gestos de su madre, había aprendido a hacerlo a escondidas, ella no lo sabía pero cada vez que tocaban la puerta, el podía notar el pánico que también entraba en la habitación.
— bebé, ven acá.— le decía y el, obedientemente se bajaba de la cama, dónde estaba antes jugando con sus carritos y caminaba hasta ella. Su mamá se agachaba hasta quedar a su altura y tomaba sus manitos, entonces con una sonrisa le decía:— es hora mi amor, debes entrar a tu escondite secreto.
— pero mamita.— el menor bajó la mirada.— es muy incómodo, y me da miedo estar ahí adentro, no quiero que el monstruo te haga daño. Yo te amo mami.
— yo también te amo mi campeón.— a pesar de todo ella aún sonreía, a pesar de que Aaron podía ver como sus ojos se llevaban de lágrimas y la voz se le cortaba.— y es por eso que debemos seguir con nuestro plan, debes esconderte para que el no te vea, recuerda que yo ya soy toda una profesional luchando contra monstruos, así que tu debes esconderte mientras yo me hago cargo de el.
Tras decir eso se alejó del menor para ir a abrir las puertas del pequeño armario, tomó una manta y la puso el el suelo.
— vamos mi vida, date prisa.
Aaron estaba a punto de ir, pero entonces volvió hasta la cama y tomó de esta su pequeño peluche con forma de estrella, el cual su mamá le había regalado hacia un tiempo y se había convertido en su favorito.
— ¿Te vas a esconder con Andrómeda?— inquirió la mujer.
— si, no quiero que el monstruo la encuentre.— susurró el pequeño.
Su mamá se aseguró de acomodarlo dentro del armario, dejándolo sentado y una vez listo lo tomó de la cabeza y dejó un beso en su frente.
— volveré por ti cuando se haya ido.— le dijo a lo que el pequeño asintió.— y recuerda que si tienes miedo, piensa en las estrellas, y en como siempre están brillando entre toda la oscuridad.
— si mami, te esperaré.
— te amo mi estrellita.— y tras decir eso cerró el armario dejándolo a oscuras.
Al principio, Aaron se asustaba mucho por la oscuridad del pequeño espacio, pero luego se dió cuenta que lo verdaderamente terrorífico sucedía afuera.
Escuchó como la puerta fue abierta y el monstruo entró, le dijo algunas cosas a su madre que no alcanzó a escuchar.
Luego empezaron los ruidos, esos que tanto lo asustaban, porque su mamá parecía sentir dolor, ella se quejaba de una manera extraña. Y después estaban los sonidos que soltaba ese monstruo, no le gustaban, los odiaba.
Cubrió sus oidos mientras miraba a su estrella, tratando de distraerse, buscando la manera de escapar de esa realidad que era demasiado para su pequeña cabecita.
Entonces recordaba las historias que su mamá le había contado, y las imaginaba en su cabeza cada escena, cada momento, cada emoción, todo buscando huir de escuchar lo que ese hombre le hacía a su mamá.
Cuando los ruidos cesaron el pequeño por fin destapó sus oídos, solo se oían un poco las respiraciones erráticas, pero pronto empezó a escucharlos hablar.
— el día se acerca, ya no tiene sentido que lo sigas ocultando.— escuchó decir al monstruo, con esa voz que había escuchado algunas veces antes.
— no quiero hablar de eso.— fue la voz de su mamá la que respondió.
— solo te digo, no es algo que puedas evitar así que es mejor que ya te vayas haciendo a la idea. Cuánto más lo niegues más te dolerá.
Silencio y entonces... Un llanto. Su mamá estaba llorando. Quiso salir, quiso correr hasta ella y protegerla del monstruo, exigirle a este que no le hiciera daño. Pero su mamá iba a enojarse si lo hacía, se lo había prometido, no podia moverse del armario, no podía dejar que lo vieran por nada del mundo.
— porfavor no hablemos de eso ahora, el está escuchando.
Y tras eso se volvió a formar el silencio.
El pequeño no entendía de lo que hablaban, no sabía a qué se refería ese hombre ni por qué había hecho llorar a su mamá, no lo sabía aún, pero no le faltaba mucho para averiguarlo.
Porque en ese mundo, esconder un alma tan pura e inocente es tan difícil como querer ocultar una oveja en un lugar lleno de lobos.
Y el destino se Aaron ya estaba marcado.
Había nacido para servir, tal y como su madre lo había hecho toda su vida.
🥀🥀🥀
Pipipi, quiero agarrar a mi Aroncito y meterlo en una cajita para que nada le pase :(
Acá una fotito de nuestro bebé:
¿Que piensan del hombre misterioso? ¿Creen que es alguien que ya se conoce en la historia?
Espero les haya gustado el capítulo, si es así comentenlo mucho y voten <3
Gracias por leerme, ¡Bye!
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Inocente (BL)
RomanceToda su vida ha sido igual desde que tiene memoria. Viviendo bajo un constante maltrato, vendiendo su cuerpo a desconocidos cada día para sobrevivir, para complacer al monstruo que lo tiene atrapado en sus garras. Aaron piensa que nada puede mejorar...