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Pocas discapacidades se comparan, en gravedad, a aquellas que inhiben a las personas de poder cantar, pintar, escribir, dibujar y, en síntesis, expresarse. Todas estas son discapacidades espirituales, que atentan contra la propia reivindicación.

No ser talentoso en las actividades artísticas supone una limitación del espíritu, lo cual es, sin dudas, una de las condenas más desafortunadas que a un ser humano se le puede dar.

Ecos De Un Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora