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Soy una pulga aventurera

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Soy una pulga aventurera

「Cassie」

¿Y si te digo que casi muero?

Tardé bastante en volver en contacto con la sociedad urbanita de Nueva York. No tenía reloj y había apagado el móvil para que no me pudieran rastrear, como buena escapista. Pero el cielo estaba completamente negro y no se veía ni una sola estrella. Yo solo caminaba hasta cruzarme Nueva York.

Eran casi 120 km, 15 h andando. Mi ego y yo dijimos que podíamos hacerlo. Así que caminamos y caminamos hacia el Sur por el filo de las carreteras de asfalto bajo la noche. Estaba muy muy cansada, pero descansar y quedarme dormida era una idea suicida. Así que mi ego y yo seguimos caminando durante toda la noche.

Paré tres veces a tomar café. El café sabe a tierra aguada, amigas. Nada de imitar estilos de vida de internet, porque sabe a tierra de cementerio. Prefiero las infusiones de manzanilla, pero no habría contribuido a mantenerme despierta.

Llegué a una estación de autobuses en la que leí que un bus salía a las ocho hacia Nueva Jersey, así que me senté allí a esperar. Fue muy duro no dormirse esperando al bus. Por suerte para mí, no tardó más de una hora en llegar y me subí la primera. Pagué y me eché a roncar en un asiento yo sola.

「•••」

Eran las diez de la mañana cuando llegué a plena ciudad de Nueva Jersey. Decidí que era hora de encender mi móvil, y me sorprendió no tener ningún mensaje ni de "Percy <3" ni de "Nick☄️".

Algo que debes saber: St. Agnes está en medio de ninguna parte. Es decir, el típico bosque a las afueras de la ciudad, donde los universitarios se retan unos a otros a entrar en mitad de la noche. Te sitúas, ¿verdad? Hay una carretera de asfalto más viejo que el propio Olimpo que se termina convirtiendo simplemente en tierra y piedritas. Si sigues esa carretera y te desvías más tarde a la derecha, encontrarás el orfanato más patético, tétrico y siniestro que hayas visto en tu vida.

Así que allá que fui, como buena idiota. Los frondosos árboles me tapaban del día soleado, lo cual se agradecía. Caminé lenta y agotada hasta el mediodía, donde decidí arriesgarme. Me senté a la sombra de unos árboles y puse un cronómetro de dos horas durante las que me acosté y me dormí profundamente.

Fue un momento de esos en los que creo que, de haber estado, Percy me habría hecho una foto y habría llorado en mestizo orgulloso, porque tuve mi primer sueño mestizo durante esa siesta.

Solo había oscuridad. Infinita oscuridad, negro puro. Estaba en una cueva tenebrosa y horripilante. Y de las profundidades comenzó a salir niebla. Una niebla espesa y maloliente que te provocaba escalofríos. Unos ojos rojos me miraron desde la oscuridad, y un dedo grisáceo me señaló directamente a mí.

The Death Angel ||Nico di Angelo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora