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Mi amiga muerta y yo

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Mi amiga muerta y yo

「Cassie」

Aquella noche dormí de un tirón. Vino a despertarme Percy diciendo que tenía que espabilarme o no me daría tiempo de desayunar antes de ir de compras con él y Sally. Rápidamente, escogí unos pantalones anchos de mi maleta y una camiseta con una ilustración de La noche estrellada, de Van Gohg. Era una de mis obras favoritas.

Bajé y saboreé el delicioso desayuno que Sally había preparado para mí. En cuanto engullí las tortitas, ella rio por mi ilusión de ir de compras.

Nunca había ido de compras. No legalmente. Solía robar en los centros comerciales.

Al subir para tomar mi mochila pequeña e irnos, vi a Molly en la cama.

—¿Puedo ir contigo? ¡Porfa! ¡Porfa!

—Como quieras, pero tienes que tener en cuenta que no podré hablar contigo frente a Percy y Sally.

—¡Me sirve! —exclamó, y la fantasma apareció a mi lado, con sus espectrales rizos alborotados.

Bajé a toda velocidad, escuchando las risas de la fantasma. Sally me esperaba en la puerta. Fuimos al coche y yo me senté tras ellos dos. Pusieron música de la radio; yo no solía escuchar música, pero Molly sí. Ella estaba acostumbrada a escuchar muchas cosas: música, conversaciones, secretos de Estado...

Me acuerdo del día que conocí a Molly. Nos habían dado en el orfanato una clase sobre la historia de la música y había puesto una composición de Vivaldi en un tocadiscos. Fue cuando la vi bailar. Yo tenía nueve años y ella aparentaba más o menos la misma edad. Pensé que era una niña normal, pero, cuando comencé a bailar con ella, todos me preguntaban con quién bailaban.

Molly me explicó que había muerto hacía más de 60 años por gripe en el orfanato y que su espíritu se había quedado anclado allí, pues ella había decidido no revivir. Después de que me contase su historia, quise presentársela a Erick, pero él no podía verla. Tardé tres años tratando de convencerlo hasta que Erick y yo nos colamos en los archivos del orfanato y descubrimos que la historia de Molly era completamente cierta.

Llegamos al centro comercial y fuimos directamente a las tiendas de ropa. Sally me dijo que tenía completa vía libre al tener tan poca ropa en casa, pero no quise abusar.

—¿Qué te parece esto? —Percy me mostró una camiseta blanca con rayas de colores.

—¿Tú me has visto? —me señalé—. ¿Tengo pinta de que me guste mezclar el blanco y el azul pastel?

The Death Angel ||Nico di Angelo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora