Sombras del pasado

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276 D

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276 D.C.

La relación entre el príncipe Rhaegar y la doncella León, Tyla, se había vuelto más íntima, y el reino entero lo había notado. Tywin Lannister había observado con atención el comportamiento de su hija con Rhaegar; la idea de una unión entre sus casas no dejaba de rondar en su mente. Un año después de aquel encuentro en la biblioteca, Tyla y Rhaegar habían estado haciendo planes, entre los cuales estaba advertir al rey sobre la profecía del conquistador.

Tanto Tyla como su familia y toda la corte viajaron a Lannisport, donde su padre había organizado un torneo en honor al nacimiento del nuevo príncipe, Viserys. La rubia se encontraba en el palco, observando el torneo junto a su hermana Cersei. Su hermano Jaime había sido uno de los competidores, al igual que el príncipe Rhaegar. Tyla se sentía feliz, estar con su familia era reconfortante, especialmente al ver ganar a su hermano y al príncipe.

Sin embargo, su padre, Tywin, se encontraba al lado del rey, y Tyla podía notar que la conversación entre ellos no era amena. Su atención se desvió al torneo cuando el príncipe Rhaegar fue presentado para la justa, enfrentándose a su contrincante, conocido como la "Espada del Alba". Rhaegar había vencido a doce combatientes, incluido su hermano Jaime, pero en esta ocasión fue derrotado por la Espada del Alba.

Al finalizar el torneo, se esperaba que regresaran a la capital, pero Tywin tenía otros planes.

—Iremos de vuelta a la Roca— la voz imponente de Tywin sorprendió a sus tres hijos.

—¿Por qué, padre?— exclamó Tyla, enfrentando a su padre—. Mis cosas se quedaron en Desembarco. No puedo volver a la Roca, además, el príncipe...

Tywin miró a su hija, pero su severidad no se ablandó.

—Olvídate del príncipe, Tyla— dijo, interrumpiéndola.

—¡Padre, no puedes hacer esto!— las lágrimas comenzaron a asomarse en los ojos verdes de Tyla, que tanto le recordaban a Joanna.

—Olvídate ya del príncipe, porque no te casarás con él— afirmó Tywin—. Mañana partiremos a primera hora hacia la Roca, y más te vale que no huyas.

Al escuchar esto, Tyla dejó salir las lágrimas que había estado conteniendo. Cersei, aunque feliz de que su hermana no se casara con el príncipe, no soportaba verla así. Jaime quería proteger a su hermana, abrazarla y decirle que todo estaría bien.

Desesperada, Tyla se alejó de sus hermanos y buscó al príncipe. Finalmente lo encontró en sus aposentos, con su arpa en mano.

—Tyla, ¿qué ha sucedido?— preguntó Rhaegar, dejando el instrumento a un lado y tomando su rostro, aún lleno de lágrimas.

—El rey ha dicho que no— Rhaegar sintió el peso de sus palabras—. Mi padre ha abandonado su puesto como Mano del Rey. Mañana volveremos a la Roca.

Ambos sabían que su relación había crecido, pero no estaban enamorados, y la despedida sería dolorosa.

—Todo estará bien, Tyla— Rhaegar limpió sus lágrimas—. Encontraremos una solución.

Se fundieron en un abrazo, conscientes de que sería su última despedida.

Al día siguiente, Tyla y su familia partieron hacia la Roca. La tristeza de la rubia era evidente, lo que preocupó a su hermana.

—¿Lo amabas?— preguntó Cersei.

—Lo quería como a un amigo— respondió Tyla, mirándola a los ojos—. A diferencia de ti, yo no quería casarme con él.

—Pero pasaban mucho tiempo juntos— insistió Cersei.

—Disfrutábamos de la compañía del otro— afirmó Tyla.

Sus días en la Roca transcurrieron entre lecturas y tiempo con sus hermanos. Rhaegar le enviaba cartas a escondidas, y Tyla se sentía feliz al recibirlas. Sin embargo, su tiempo en la Roca se prolongó.

279 D.C.

Habían pasado tres años desde su partida de la capital y dos desde que su padre la había prometido a Stannis Baratheon. Tyla recibió una carta de Rhaegar, informándole que debía casarse con Elía Martell. Aunque se alegraba por él, no podía evitar preguntarse cómo habría sido su vida si hubiera aceptado su propuesta.

Su familia se dirigía a Desembarco del Rey para la boda del príncipe. La llegada a la capital no fue sorprendente; la ciudad seguía igual. Al llegar a la fortaleza, los ubicaron en sus aposentos. Tyla nunca se sentiría en casa como en la Roca, pero la fortaleza le traía recuerdos.

La boda del príncipe se celebraría al día siguiente en el septo de Baelor. Tyla se refugió en su habitación, incapaz de enfrentar al príncipe. Pasó el día leyendo, hasta que, al caer la noche, unos toques en su puerta la sacaron de su ensimismamiento.

Al abrir la puerta, se encontró con Rhaegar.

—Alteza— sus palabras rompieron el corazón de Rhaegar.

—Quería verte una última vez— la mirada melancólica del príncipe se posó en ella.

En ese momento, ambos supieron que, a pesar de la distancia y los compromisos, el vínculo que compartían nunca se rompería. La noche se llenó de promesas no cumplidas y sueños perdidos, mientras el destino de los Siete Reinos se tejía en las sombras de un futuro incierto.

Mientras la luna iluminaba el cielo, Tyla y Rhaegar se sumergieron en una conversación profunda y nostálgica. Recordaron momentos compartidos, risas y secretos susurrados en la penumbra de la habitación de tyla. El tiempo se detuvo, permitiéndoles revivir el pasado que parecía tan lejano.

—¿Qué pasará después de mañana?— preguntó Tyla, su voz temblorosa.

—No lo sé— admitió Rhaegar, su mirada fija en el suelo—. Pero siempre llevaré un pedazo de ti conmigo.

La tristeza se apoderó de Rhaegar, y sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. A pesar de los años y las elecciones que los habían separado, el amor no correspondido seguía ardiendo en su interior.

—Debo irme— dijo Rhaegar, con la voz entrecortada—. No puedo arriesgarme a que nos descubran.

Tyla asintió, sabiendo que era lo correcto, pero el dolor de la separación era abrumador. Se acercó y le dio un suave beso en la mejilla.

—Cuida de ti, príncipe— susurró, mientras él se alejaba, dejando un vacío en la habitación que nunca podría llenarse.

La mañana siguiente, el solemne sonido de las campanas resonaron en el aire, anunciando la llegada de la boda. Tyla se vistió con un vestido dorado con leones bordados en el, sintiendo cómo cada hilo la pesaba. Mientras avanzaba hacia el septo, su mente divagaba entre el amor perdido y el futuro incierto que la esperaba.

En el corazón de Desembarco del Rey, los destinos de Tyla y Rhaegar se entrelazaban con el de Elía Martell, la nueva esposa del príncipe. Pero en cada rincón del palacio, se susurraban rumores de una guerra inminente.

The Lion's Promise||Juego de Tronos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora