El Legado de la Fortaleza Roja

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Los años pasaron y el Nido de Águilas se había convertido en un segundo hogar para el trío de adolescentes

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Los años pasaron y el Nido de Águilas se había convertido en un segundo hogar para el trío de adolescentes. Jon Arryn los había criado con amor, disciplina y respeto, convirtiéndose en un padre para ellos. La partida de los jóvenes dejó al Nido sumido en una absoluta soledad y silencio, con la promesa de un reencuentro con el hombre que había sido su figura paternal.

Eddard Stark había partido a Invernalia para el día del nombre de su hermana, Lyanna. Robert Baratheon había acudido a su llamado como heredero de Bastión de Tormentas, tras la trágica muerte de sus padres. Y Tyla se dirigía a Desembarco a petición de su padre.

Tras la muerte de la mano del Rey, Lord Steffon Baratheon, Tywin Lannister fue solicitado nuevamente para ocupar el puesto de mano del Rey.

Cuando Tyla divisó las grandes torres de la Fortaleza Roja, nunca había estado en la capital y se sintió asombrada ante la imponente edificación. Sin embargo, no podía decir lo mismo de la ciudad; las calles de Desembarco estaban atestadas de mendigos y un repugnante olor a basura la envolvía. Al llegar a las puertas de la Fortaleza, fue recibida por caballeros de la Guardia Real.

— Mi lady, sea bienvenida. Su padre me envió a escoltarla a la Torre de la Mano — anunció uno de los guardias, con una reverencia.

Tyla sonrió tímidamente, asintiendo con la cabeza mientras seguía al guardia. Sus ojos se llenaban de asombro ante las grandes paredes, los jardines y el hermoso color rojo del estandarte Targaryen que ondeaba a su alrededor. Al llegar a la sala de la Mano del Rey, el guardia anunció su llegada y ella le agradeció antes de entrar.

Su padre estaba sentado en una mesa, rodeado de varios papeles, y frente a él había una silla dorada vacía.

— Padre — la voz de Tyla rompió el silencio en la habitación. Tywin alzó la vista, dejando de lado los documentos.

— Tyla — respondió, su tono más cálido al ver a su primogénita.

Tywin Lannister siempre había notado el gran parecido de su hija con Joanna, pero al mirarla ahora, después de la pérdida de su esposa y con los quince años de Tyla, el parecido resultaba aún más evidente.

— También me alegra verte, padre — dijo Tyla, sonriendo. — Me encantaría ver a mis hermanos.

Tywin ordenó a un guardia que la escoltara hacia los aposentos de Cersei, indicándole que regresara con él para hablar de un tema importante. Tyla asintió y, al llegar a las puertas del cuarto de Cersei, sintió un nerviosismo al pensar que su hermana podría haberla olvidado.

Tyla tocó suavemente la puerta y escuchó una voz que no reconocía.

— Adelante — dijo la voz, con un tono distante.

Al entrar, encontró a Cersei mirando desde la ventana hacia la capital. La joven no se dio cuenta de la llegada de su hermana hasta que Tyla habló.

— La capital no es tan linda como para admirarla por mucho tiempo — comentó con una sonrisa.

Cersei se giró, paralizada, y al ver a su hermana mayor, sintió una oleada de emociones. Era como si tuviera a su madre frente a ella.

— ¡Tyla! — exclamó, corriendo hacia ella y abrazándola con fuerza, las lágrimas brotando de sus ojos.

— Te extrañé tanto — dijo Cersei, mientras Tyla limpiaba las lágrimas de su rostro.

— Estoy aquí para quedarme — prometió Tyla, secando las lágrimas de su hermana. — No voy a volver a dejarte.

Cersei sonrió, sintiéndose feliz al saber que su hermana había regresado. La consideraba como una segunda madre y la había extrañado profundamente.

— Vamos a buscar a Jaime, seguro estará feliz de verte — sugirió Cersei, enlazando su brazo al de Tyla.

La Fortaleza Roja seguía sorprendiendo a Tyla, quien admiraba cada rincón mientras Cersei la guiaba hacia el patio de armas, donde encontraron a Jaime practicando con otro niño.

— ¿En qué momento creciste tanto? — preguntó Tyla, sonriendo al ver a su hermano.

— ¡TY! — Jaime gritó, deteniéndose en seco y saltando hacia ella. — ¡Te extrañé tanto!

Tyla lo abrazó con amor, sintiendo que había pasado una eternidad desde la última vez que se vieron. Sin embargo, no notó el cambio en la expresión de Cersei, quien al ver la felicidad de Jaime con su hermana mayor sintió una punzada de celos.

Al soltar a Jaime, este la tomó del brazo para contarle sobre sus hazañas, llevando a Cersei con ellos. La tarde se llenó de risas y historias entre Tyla y sus hermanos.

— Papá estaba muy molesto — exclamó Jaime, sonriendo.

— Lanzarte desde la Fortaleza de la Roca al mar fue muy peligroso — regañó Tyla, aunque no pudo evitar sonreír ante la inocencia de su hermano.

Al llegar a las afueras del despacho de su padre, Tyla se despidió de sus hermanos, prometiendo volver a buscarlos. Al entrar, Tywin le ordenó que tomara asiento.

— ¿Qué es eso tan importante que requiere mi presencia? — preguntó Tyla, con curiosidad.

Tywin la miró lentamente, sintiendo que la forma en que su hija le hablaba era inusual.

— Estás aquí porque así lo ordené — dijo el león de manera tranquila. — Le propondré al rey un matrimonio contigo y el príncipe Rhaegar.

Tyla quedó atónita.

— ¿Qué? — se levantó de su asiento. — No quiero casarme, aún tengo cosas que hacer.

— ¿Crees que eso me importa? — replicó Tywin, con un tono que sorprendió a Tyla. Sabía que la pérdida de su madre había afectado a su padre, pero jamás le habría hablado de esa forma.

Tyla miró a su padre con desdén.

— Haz lo que quieras — dijo, antes de retirarse de la sala, aún atónita por el comportamiento de su padre.

...

Más tarde, en los jardines de la fortaleza, Tyla admiraba las flores y la belleza que la rodeaba. Su fascinación por la Fortaleza crecía, aunque aún no había visto a ningún Targaryen.

Su padre siempre le había hablado sobre esta familia y sus reyes. Tyla estaba cautivada por la historia de la Reina Visenya, quien, junto a su dragón y sus hermanos, conquistó Westeros. Tyla anhelaba ser una guerrera como ella.

— Mi lady — una voz tranquila interrumpió su ensueño.

Tyla se giró y se encontró con un joven alto de cabello tan plateado que parecía blanco. Supo de inmediato que se trataba del príncipe heredero.

— Mi príncipe — dijo, inclinándose levemente.

Rhaegar la observaba con curiosidad.

— Usted debe ser la hija de Lord Tywin.

— Así es, príncipe — respondió la rubia, sintiéndose un poco nerviosa.

— Puede decirme Rhaegar — sonrió, extendiendo su mano. — Es un honor conocerla, lady...?

— Tyla — contestó, sonrojándose ante su sonrisa.

Ese encuentro resultaría ser el más importante en la vida de Tyla y también en la historia de Westeros.

The Lion's Promise||Juego de Tronos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora