...
Karlo
El viento es helado. A medida que avanzamos por el muelle hacia ese lugar tan especial, siento cómo me cala hasta los huesos, pero no me importa. Nada importa. El cielo se tiñe de anaranjado, pero su belleza no me alcanza. Nada puede alcanzar lo que siento en este momento.
Las urnas con las cenizas de Eva, Neera y Anastasia descansan frente a mí. El peso de esas tres pequeñas urnas parece tan grande que mi pecho se aprieta. Cada una tiene su propio color, su propio tono, como si reflejaran la esencia de las mujeres que una vez las habitaron. Mi mano sigue firme sobre ellas, temblorosa pero segura. Porque esto es lo que ellas querían. Es lo que debo hacer por ellas.
En la academia, solíamos bromear sobre lo que pasaría si moríamos. Decíamos que, si llegaba el día en que no pudiéramos evitarlo, queríamos ser cremados. Nos resultaba asqueroso pensar en convertirnos en comida para gusanos, descomponiéndonos bajo la tierra. Era una de esas conversaciones que teníamos para distraernos de lo que realmente éramos: unos malditos sobrevivientes, luchadores de sombras, pero con algo de humanidad. Y eso, en algún lugar dentro de nosotros, lo queríamos. Queríamos ser libres incluso después de la muerte.
Por eso Myca y yo decidimos este lugar. Porque sabía que Eva lo hubiera querido así. Sabía que Anastasia, aunque en sus momentos más oscuros lo hubiera negado, también lo preferiría. Un lugar donde sus cenizas se dispersaran con el viento, donde se unieran con el mar. Donde pudieran ser algo más que solo restos. Donde pudieran seguir siendo parte de algo más grande.
Pero con Neera, con ella no entiendo. Cuando Mycame dijo que quería esparcir sus cenizas aquí, solo dijo que así, al menos, Neera no se iría sola. Y aunque no lo comprendía del todo, lo entendí. A veces, uno no necesita una razón lógica, solo el deseo de no dejar ir a alguien que te ha sido tan esencial.
Aún así, las urnas descansan con un peso insoportable. Mis dedos las apretan con fuerza, como si al hacerlo pudiera hacerlas permanecer un poco más, como si al sostenerlas, al sentirlas en mis manos, pudiera retener algo de ellas. Pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta. Nada que diga es suficiente para expresar lo que siento. Lo que todos sentimos. Las cenizas son todo lo que queda. Y aún así, nos aferramos a ellas.
Me cuesta respirar, pero avanzo hacia el borde del muelle, donde las olas se rompen suavemente contra los pilares. El sonido del mar se mezcla con la quietud que nos rodea. Los hombres que las seguían, los miembros restantes de la manada de Eva, los de Scott, Viktor... todos están aquí, pero ninguno de ellos se acerca. No pueden. No deben. Esto es algo entre Myca y yo. Es nuestra última despedida, la última vez que podemos hacerles justicia.
—Esto es lo que ellas querían, Karlo —me dice Myca, su voz áspera. La siento en mi piel, en mis huesos. No tengo que mirarlo para saber que está igual de destruido que yo. Ya no quedan palabras, no quedan malditas palabras para explicar esto.
Aún sostengo la urna con las cenizas de Eva. Mi mano la aprieta con fuerza, como si al hacerlo pudiera retener algo de ella. Quizás su sonrisa, su coraje, su fuerza... pero no hay nada que me detenga de dejarla ir. No puedo hacerle eso. Sé lo que me dijo antes, en su último aliento: "No te preocupes... Stiles... yo y Neera vamos a estar mejor." Y lo repite en mi cabeza, una y otra vez.
—Aquí. Es aquí. Es su lugar. —mi voz suena vacía. Siento que estoy hablando más para mí que para él.
Myca da un paso hacia mí, y sin que lo diga, lo sé. Lo siento en la forma en que se acerca. Es el momento de dejarlas ir. Juntos, tomamos las urnas.
Las cenizas de Anastasia primero. Es una bendición que ella nunca supo cuánto le debía, pero lo hacía. Me cuesta abrir la tapa de la urna. La luz del sol se va desvaneciendo poco a poco, pero cuando lo hago, las cenizas de Anastasia se dispersan en el aire, como polvo flotante, llevadas por el viento. Como debió ser desde el principio. No hay dolor en el acto, pero me siento vacío, como si cada pedazo de ella que se va me quitara algo de mí. Pero sé que aquí, con el mar a sus pies, finalmente es libre. Como debió haber sido siempre.
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STERK VS MAFIA +21
Fanfic― ¿Cómo estás, Sourwolf? ― la voz familiar de Stiles resonó a través del teléfono, provocando un revuelo en el estómago de Derek. Derek inhaló profundamente, sintiendo cómo la tensión en su pecho crecía. ―¿Stiles?― . . . Todo estaba bastante tranqu...