¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La cena se celebraba en una gran sala decorada con tapices elegantes y candelabros dorados. Los invitados se acomodaban en la mesa larga, y el murmullo de conversaciones llenaba el aire. La llegada de Rhaenyra y sus hijos había traído una mezcla de emoción y tensión al ambiente.
Cuando entré en la sala, vi a Rhaenyra levantarse de su silla con una sonrisa que no pude leer del todo. Su mirada me hizo sentir una mezcla de nerviosismo y confusión.
—Siéntate junto a mí —dijo Rhaenyra, señalando la silla a su lado.
No sabía cómo rechazar su invitación sin parecer grosera, así que, con una mezcla de resignación y nervios, me dirigí hacia la silla que me ofrecía. Me senté, sintiendo las miradas curiosas de los presentes, incluyendo la mirada penetrante de Jacaerys desde el otro lado de la mesa.
Rhaenyra se acomodó nuevamente en su asiento y me observó con un aire que intentaba ser amable.
—Creciste mucho, eres muy bonita y con una buena forma de ser —comentó, su tono era más cálido de lo que esperaba.
Me sentí incómoda bajo su mirada y, sin saber muy bien cómo empezar, murmuré:
—Lo siento por... lo que ocurrió esta mañana. Un cerdo me atacó y bueno...
Rhaenyra levantó una mano en un gesto de calma, sonriendo ligeramente.
—No te preocupes, Visenya. ¿Cómo están tus estudios? Escuché que entraste a clases de danza, ¿te va muy bien?
Me quedé un momento en silencio, tratando de encontrar la respuesta correcta mientras sentía el peso de la conversación. Acepté el cambio de tema, agradecida por que no me insistiera más en lo sucedido.
—Sí, estoy mejorando en danza. Es un desafío, pero me gusta —respondí, intentando sonar más segura.
La conversación continuó, pero a medida que avanzaba la cena, no podía evitar sentirme incómoda. La presencia de mi madre al lado me hacía sentir expuesta, y la intensidad de las miradas, especialmente la de Jacaerys, me ponía más nerviosa. Intenté mantener una conversación educada y participar en el ambiente de la cena, pero mi mente estaba distraída, deseando que esta velada pasara rápidamente.
