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Jacaerys prácticamente tiró a Visenya dentro de la habitación, cerrando la puerta de golpe tras ellos. Visenya soltó una risa entre dientes, divertida por lo que acababa de ocurrir.
-¿De qué te ríes, maldita sea? -Jacaerys la miró con furia y frustración-. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Ahora juegas a ser una puta? ¿Te parece gracioso esto?
Visenya, aún riéndose, le respondió con sarcasmo.
-¿Qué quieres que te diga, querido? Tal vez encontré una nueva vocación. Las monedas me llueven, los hombres me adoran... -Se sentó en el borde de la cama y le lanzó una mirada juguetona-. Además, bailé mejor que tú en cualquier pelea de espadas que hayas tenido.
Jacaerys apretó los puños, claramente harto de la actitud relajada de Visenya.
-¡Esto no es un juego, Visenya! ¡Estamos en un maldito burdel, y lo que haces está mal en tantos niveles que ni siquiera puedo empezar a contarlos!
Visenya levantó una ceja, burlándose.
-Oh, por favor, deja de sermonearme como si fueras mi padre. Tú no deberías estar aquí tampoco, pero mírate, todo nervioso y furioso. ¿Por qué no admites que te estás divirtiendo un poco?
Jacaerys frunció el ceño, claramente sintiendo que estaba perdiendo la batalla verbal. El aire en la habitación estaba tenso. Jacaerys parecía más incómodo que nunca, mirando de un lado a otro, sin saber qué hacer. Visenya, por otro lado, notaba algo extraño en él, y su mirada bajó instintivamente hacia la parte inferior de su cuerpo.
-¿Qué pasa? -dijo con una sonrisa sarcástica, alzando una ceja-. Parece que estar aquí te ha hecho mal. Quizá deberíamos irnos antes de que las cosas se pongan... más incómodas.
Jacaerys se tensó al escucharla y lanzó una mirada furiosa, claramente avergonzado por lo que acababa de notar. Pero en lugar de retroceder, sus palabras salieron con un tono de desafío.
-No es este lugar... Eres tú -respondió, sus ojos clavados en los de ella con una mezcla de frustración y deseo-. Zorra.
El insulto no le molestó a *Visenya; si algo, la hizo reír en silencio. Sin embargo, algo en la forma en que él la miraba empezó a despertar una tensión más palpable en la habitación.
