Guardián de Secretos

Capítulo.2: Nuevos comienzos

El autobús se detiene suavemente en la pequeña estación del pueblo. Clara, con una mezcla de cansancio y ansiedad, desciende del vehículo y se encuentra de pie en un lugar que parece estar a años luz de su caótica vida anterior. El aire es limpio, con una brisa fresca que acaricia su rostro, y el cielo está cubierto por un manto de estrellas que se extienden sobre el horizonte. Mientras respira profundamente, siente una calma que había olvidado que existía.

El pueblo parece sencillo a primera vista, pero a medida que camina por las calles, Clara comienza a notar los detalles que lo hacen único. Las fachadas de las casas, aunque modestas en diseño, están impecablemente cuidadas. Las ventanas de las tiendas brillan con una limpieza perfecta, mostrando productos bien dispuestos. No es un lugar pretencioso, pero hay un aire de lujo discreto que impregna cada rincón. Los adoquines bajo sus pies están perfectamente alineados, y las farolas de estilo antiguo emiten una luz cálida que ilumina las calles de manera suave.

Clara sigue avanzando por las calles estrechas, observando los pequeños comercios que se alinean a ambos lados. Una librería con estanterías llenas de libros antiguos capta su atención, y a través del escaparate, ve las encuadernaciones gastadas por el tiempo. Al lado, una cafetería emite el aroma irresistible del café recién hecho y repostería casera. Todo parece estar en su lugar, perfectamente dispuesto, como si el caos y el desorden no tuvieran cabida en ese lugar.

A medida que camina, Clara nota que incluso las tiendas más pequeñas y modestas están decoradas con buen gusto, mostrando una sencillez que se combina con el lujo de una manera que no había experimentado antes. Las personas que caminan por las calles lo hacen con calma, como si el tiempo no tuviera prisa en ese pueblo costero. Algunos saludan con la cabeza, mostrando una amabilidad contenida, mientras que otros pasan inmersos en sus propias rutinas.

Clara observa una plaza en el centro del pueblo, donde una fuente de piedra antigua adorna el espacio abierto. El sonido del agua cayendo suavemente sobre los escalones de mármol es reconfortante. Alrededor de la fuente, bancos de hierro forjado ofrecen un lugar de descanso a los transeúntes, y los jardines llenos de flores de colores vibrantes añaden un toque de vida y calidez al ambiente nocturno.

Finalmente, después de caminar unos minutos más, Clara llega al pequeño hotel donde planea alojarse. A simple vista, parece una construcción sencilla, de dos plantas, con un letrero que dice “Hotel Costa Serena”. Sin embargo, el edificio irradia una sensación de cuidado y detalle en cada esquina. Las paredes están pintadas de blanco marfil, y la entrada está adornada con plantas en macetas de cerámica. A pesar de su tamaño modesto, el hotel tiene un aire acogedor que invita a entrar.

Clara cruza la puerta principal, que se abre con un leve chirrido, y entra en el vestíbulo. El interior está decorado con muebles de madera oscura y alfombras tejidas a mano. Una lámpara de araña cuelga del techo, proyectando una luz suave que baña la habitación en tonos cálidos. El lugar tiene un encanto rústico, pero cuidado, como si cada detalle hubiera sido pensado para crear una sensación de comodidad y lujo sutil.

Detrás del mostrador de recepción, una mujer de mediana edad con una sonrisa amable la saluda.

—Bienvenida a Costa Serena, ¿cómo puedo ayudarla? —pregunta la mujer con una voz suave y educada.

Clara se siente un poco más relajada al escuchar el tono amigable de la recepcionista.

—Tengo una reservación a nombre de Clara —responde, tratando de ocultar el cansancio en su voz.

La recepcionista revisa en su computadora y asiente.

—Sí, aquí está. ¿Por cuánto tiempo se quedará con nosotros?

Clara se toma un momento antes de responder. Todavía no está segura de cuánto tiempo necesitará para sentirse a salvo, para estar realmente lejos de su pasado.