Shen Jiu regresa en el tiempo a cuando era un esclavo en la mansión Qiu después de que termina su segunda vida como un joven maestro mimado de una familia rica en el mundo moderno. El le dice un rotundo NO y elige quedarse fuera de la situación y se...
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NOTA
Shen Jiu alborota la situación, Liu Qingge es un cachorro torpe y Mu Qingfang es un dulce rollo de canela.
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Al comienzo de la competencia, justo cuando ingresaron a la arena, los miembros de Yinhua recibieron una charla motivadora de Shen Jiu que consistió principalmente en: "No mueran aquí. Serán una vergüenza para todos nosotros".
Como era de esperar, sus catorce discípulos le sonrieron y lo saludaron descaradamente antes de despedirse.
A-Mao y A-Qi, que habían apostado quién conseguiría más cuentas, se marcharon entusiasmados por su cuenta. Como ambos eran lo suficientemente hábiles como para salir de cacería nocturna en solitario, Shen Jiu no estaba demasiado preocupado por ellos.
Las cinco chicas que habían actuado como grupo pop permanecieron juntas mientras se dirigían en la misma dirección, habiendo encontrado una especie de camaradería y trabajo en equipo que funcionó lo suficientemente bien como para que Shen Jiu les otorgara un patrón huadian propio para representar su nueva casa; el hibisco de cinco pétalos.
Las tres chicas especializadas en medicina, lideradas por Chu Limin, también se dirigieron en la misma dirección. Shen Jiu se había propuesto equiparlas con muchos talismanes que repelían demonios y armas ocultas. Aunque eran lo suficientemente hábiles como para mantenerse a salvo, no iba a correr ningún riesgo con perder a sus únicas médicas.
Los cuatro restantes se marcharon en parejas, habiendo recibido órdenes de cuidarse las espaldas unos a otros. Eso dejó solo a Shen Jiu, aunque eso no duraría mucho, ya que un grupo de jóvenes de otra pequeña secta se acercó a él.
"¡Joven Maestro Li!" gritó el joven que iba al frente.
Shen Jiu tardó un rato en reconocer el rostro ansioso.
—Joven maestro Ouyang —saludó, ocultando su renuencia con fría profesionalidad.
"Estoy tan contento de verte aquí", susurró el joven, sin ninguna sutileza en su reverencia, tanto que Shen Jiu sintió vergüenza ajena por el adolescente inexperto. ¿Nadie le enseñó a este chico algo parecido a una conducta...?
