Shen Jiu regresa en el tiempo a cuando era un esclavo en la mansión Qiu después de que termina su segunda vida como un joven maestro mimado de una familia rica en el mundo moderno. El le dice un rotundo NO y elige quedarse fuera de la situación y se...
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NOTA
El drama de Palacio llega a su fin y un nuevo Gran Tutor asciende.
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"La actuación de la Secta Yinhua ciertamente merece su reputación", dijo entusiasmado el Ministro de Finanzas cuando se reunieron para el tribunal días después de que dejó de llover.
La celebración al final del ritual de la lluvia duró un shichen, con actuaciones de todos los cultivadores, incluida una conmovedora canción del bailarín lunar Cheng Qi que sacudió a todos los que miraban, y finalizó con una sola canción tocada en el qin por el líder de la secta de Yinhua.
Todos los presentes en el palacio que escuchaban la canción dijeron sentirse felices, contentos y a gusto. La claridad de la canción se había reproducido varias veces durante los meses que Yinhua estuvo en el palacio, pero esta vez sonó diferente. La canción interpretada por el propio líder de la secta parecía vibrar a través de sus almas en comparación con las veces anteriores.
Luego, con el último toque de las cuerdas, un arco iris apareció en el brillante cielo de la mañana, como si fuera una señal de que el dios dragón estaba satisfecho con las interpretaciones.
"En verdad, el desempeño del Maestro Inmortal Li es insuperable", asintió otro adulador y Shen Jiu vio el evidente ceño fruncido del Gran Tutor. Decidió presionar un poco más al anciano inmortal, se volvió hacia los aduladores y les agradeció amablemente por su apoyo.
"Este maestro no podría haber realizado tan bien el ritual si no fuera por el apoyo de todos", dijo humildemente, intensificando el acto para molestar al Gran Tutor. "La corte ha sido muy complaciente y paciente con Jiuyuan. Especialmente después de..."
Se quedó en silencio, dejando que los ministros conectaran los puntos mientras levantaba su mano para cubrirse la cara con su manga y miraba hacia otro lado con lo que parecía vergüenza.
"Yo, por mi parte, me alegro de que ese hombre haya sido debidamente castigado", asintió el adulador, sin captar la repentina mirada del Gran Tutor.
"En realidad, la muerte es demasiado amable para un hombre así", asintió el Ministro de Finanzas.
