Shen Jiu regresa en el tiempo a cuando era un esclavo en la mansión Qiu después de que termina su segunda vida como un joven maestro mimado de una familia rica en el mundo moderno. El le dice un rotundo NO y elige quedarse fuera de la situación y se...
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NOTA
Comienza el Festival Anual de la Cosecha de Huashan y Luo Binghe descubre las maravillas de la Montaña de las Flores, incluido su protector.
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Liu Qingge estaba perplejo.
Nunca antes se había encontrado con un problema que no pudiera resolver, ni con su espada ni con su puño. No era un estratega como Lan-shixiong, pero tampoco era estúpido, así que sabía que no todas las cosas se podían resolver con la fuerza bruta. Especialmente cuando se trataba de asuntos del corazón. Esta vez, realmente no sabía qué hacer.
Había probado todo tipo de métodos, desde escribir cartas hasta enviar regalos y esperar en la puerta principal con ofrendas, pero Li Jiuyuan seguía negándose a verlo. Incluso había cazado lindos animales peludos a pedido de Mu Qingfang para complacer al líder de la secta Yinhua, pero parecía que se había excedido cuando dejó una colección de animales deambulando por la entrada principal.
Al parecer, el lechón se había metido en una de las granjas de repollo napa de un granjero cercano y se había comido hasta saciarse, y el perro había mordido una de las enredaderas de Night Light, derribando una red de flores brillantes. Mu Qingfang también le dijo que todavía estaban buscando uno o tal vez dos de los hurones que desaparecieron debajo de una de las casas adosadas. No estaban muy seguros de cuántos faltaban de la canasta en la que Liu Qingge los había transportado, especialmente porque tres de ellos dieron a luz casi al mismo tiempo.
Liu Qingge suspiró y enterró su rostro entre sus manos.
Para empeorar las cosas, no tenía con quién hablar. Liu Mingyan había demostrado ser una confidente poco fiable e incluso hasta ahora, la mera mención del cortejo fallido de su hermano la hacía llorar. Liu Qingge sabía que se culpaba a sí misma por los chismes desenfrenados sobre las supuestas formas flagrantes de Li Jiuyuan y, para ser honesto, no podía evitar culparla en silencio también por ello. Pero no había nada que ninguno de los dos pudiera hacer más que redimirse. Tanto él como su hermana.
