Shen Jiu regresa en el tiempo a cuando era un esclavo en la mansión Qiu después de que termina su segunda vida como un joven maestro mimado de una familia rica en el mundo moderno. El le dice un rotundo NO y elige quedarse fuera de la situación y se...
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NOTA
Shen Jiu recuerda la bondad y también el rencor. Y más de un discípulo principal se enamora.
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Mu Qingfang maldijo su suerte mientras se ataba el torniquete alrededor de la pierna.
Lo que originalmente era solo una simple misión de recolectar hierbas se volvió mala en un instante cuando su equipo de curanderos Qian Cao fue atacado por un enjambre de abejas Purple Hornet. No eran nativos del área, por lo que ninguno de ellos esperaba el ataque, ni tenían combatientes de Bai Zhan entre los miembros de su grupo. En el caos, Mu Qingfang resbaló y cayó sobre una repisa. En el camino hacia abajo, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento.
Cuando despertó, ya estaba anocheciendo. Entonces se dio cuenta de que había perdido su espada y su bolsa qiankun médica en algún lugar entre el estrecho y rocoso cañón. Pidió ayuda a su equipo, pero nadie acudió. Deben haber vagado buscándolo cuando descubrieron que no estaba. Así que recurrió a buscar su espada en la maleza espinosa y los terrenos rocosos cuando una víbora cornuda le mordió la pierna.
Pudo colocar un torniquete improvisado a tiempo para detener la circulación del veneno y purgarlo de su sistema con su qi. Pero eso lo dejó demasiado exhausto para salir volando del cañón incluso cuando encontró su espada. Tendría que pasar la noche allí y volar al día siguiente cuando se recuperara.
Sin embargo, en poco tiempo, la temperatura en el cañón bajó y se vio obligado a hacer circular su qi interno para mantenerse caliente, lo que lo cansó aún más.
Intentó una vez más pedir ayuda, con la esperanza de que alguien escuchara.
"¿¡Hay alguien ahí!?' Mu Qingfang gritó, sintiéndose desesperado por su situación. ¿Quién sabe cuánto tiempo estaría atrapado aquí? Tal vez sus compañeros de equipo regresarían mañana o tal vez no.
"¿Quién está ahí?" gritó una voz.
El corazón de Mu Qingfang saltó ante la voz y gritó con entusiasmo: "¡Estoy aquí!"
