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Antes de Rhaenyra el rey Aegon nunca sintió tal nivel de deseo, ni por su infinidad de amantes, su esposa o las putas de la calle de seda. Rhaenyra lo hacía sentir de una manera inigualable y la idea de tenerla de había vuelto una obsesión. Decidido a reclamar lo que por derecho era suyo, pero ella, rebelde y caprichosa no dudo en negárselo, apuñalándolo y dejándolo herido, logro someterla con facilidad, ahora solo le quedaba idear qué hacer con ella. Palpo la herida en su costado, le dolía y ardía, la mayor preocupación de los maestres era una posible infección, pero para él solo era una cicatriz mas del montón. Suspiro pesadamente, la única opción era clara: muerte, debía sentenciarla a muerte y dejar que Sunfyre se la comiera o quizás una muerte mas piadosa, envenenarla o un corte certero al corazón. Estaba pensando en sus opciones, en la menos cruel, irónicamente no quería que sufriera, al menos no demasiado, cuando la puerta fue abierta, la causante de su dolor entro con la frente en alto, su sangre seca adornando su exquisito cuerpo y cubriendo estratégicamente esas partes que se volvían traslucidas del vestido. En el momento en que la tuvo en su presencia comprendió, para su horror, que nunca podría matarla. Termino de beber su copa número quince, necesitaba estar borracho para enfrentarse a ella.

—Vaya, sigues vivo—dijo con lastima al verlo—debí haberte apuñalado mas fuerte.

Aegon avanzó hacia ella, con determinación en sus pasos. Sus ojos se oscurecieron con ira ante su mordaz comentario. Los guardias se fueron y la diversión dio comienzo.

—Intentaste derribarme, pero ni siquiera fuiste capaz de hacerlo bien—su voz era baja, pero llena de veneno. Acercándose a ella, la agarró con fuerza por el brazo, sus dedos aferrándose con tanta fuerza que sus nudillos se tiñeron de blanco—las mujeres no sirven para nada mas que enterrar la polla y parir bebés, tu eres la prueba clara de ello, no sirves para reinar, menos para matar, en lo único que has sido buena es en expulsar bastardos de tu coño—la reina lo miro con asco y rabia, pero se trago sus emociones, sabía que pelar con él solo haría que su polla torcida y llena de cicatrices despertara, era mejor provocarlo, así podría ser ejecutada y librarse de él y de su tuerto hermano.

—¿Ahora qué harás, maldito?—seguía con ese tono travieso y pretencioso, todavía estaba cubierta por la sangre de Aegon y seguía con el vestido traslucido con el que se suponía iba a deleitarlo y darle una noche de placer desenfrenado—¿Vas a ejecutarme?—Aegon la empujó contra la pared, las piedras arañando su espalda. Estaba tan frustrado con su bravura y desobediencia que un pensamiento oscuro se formó en su mente. La tenía atrapada, completamente a su disposición. La reina cautiva soltó un jadeo cuando la empujo contra la pared. Tosió un poco, tratando de recuperar el aliento—¡Eres un salvaje!

Aegon rio ante su protesta, se inclinó más cerca, presionando su cuerpo contra el de ella.

—Y tú una perra desobediente,— dijo con voz ronca, sus dedos se deslizaron por su cuello desnudo, trazando su mandíbula. —Una perra que necesita ser disciplinada.

—¡Maldito!—le grito—¡Debí haberte asesinado cuando eras solo un borracho de mierda!

Su mano se cerró alrededor de su cuello, lo apretaba con bastante fuerza para sofocarla.

—Todavía lo soy, pero ya no seré tratado con guantes de terciopelo.—envolviendo su cintura con la otra mano, la volvió a presionar contra la pared, apretándola más cerca de él. Su aliento caliente contra su oído. Ella tosió un poco, el aire le faltaba. Sus manos encadenadas apretaron la mano de Aegon, intentando liberarse, pero el rey lo disfrutaba, esa sensación de absoluto dominio, le encantaba, nunca antes se había sentido tan poderoso—¿Ahora quién es el salvaje?— dijo con un murmullo, su mano a un en su garganta, pero su agarre aflojo un poco, permitiéndole tomar una bocanada de aire. Su rostro estaba frente al de ella ahora, tan cerca que podía sentir su aliento contra sus labios—Todo lo que me dijiste, todo lo que me hiciste, y ahora vas a ser mía.

La Reina VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora