3.- El nuevo inicio del gato

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—A la una tiene junta con los directivos para las metas del mes —hablaba el pelinegro siguiéndole el paso a su adorado jefe—, después, a las tres es la hora de la comida y su mamá me dijo que debe dejarme comer a mis horas porque estoy chiquito y ...

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—A la una tiene junta con los directivos para las metas del mes —hablaba el pelinegro siguiéndole el paso a su adorado jefe—, después, a las tres es la hora de la comida y su mamá me dijo que debe dejarme comer a mis horas porque estoy chiquito y debe cuidarme, Yoongi hyung.

—¿Qué? —Volteo a verlo—, Jungkook, no estas chiquito —miro al doncel de cuerpo perfecto y ojos de Bambi azules—, y dime una sola vez que no te haya dejado ir a comer —dijo continuando con su camino a la oficina.

—Ay jefe, de esas hay muchas —respondió siguiéndolo—, cuando le entra la fiebre de querer trabajar, quiere que todos trabajemos, hasta parece que cree que no tenemos vida o algo así.

—No creo eso, Kook —se defendió saludando a su personal con una mirada seria, obligándolos a mirarlo de forma tímida.

—Eso piensa usted, pero hace lo contrario —dijo quejumbroso, entrando a la oficina de su jefe—, como usted no tiene ni perro que le ladre, por eso piensa que nosotros tampoco.

—Jungkook, soy el soltero más codiciado del país —contestó con falsa prepotencia—, no tienes ni idea de la cantidad de pretendientes que tengo.

—Ay aja —respondió mirándolo con ojos entrecerrados—, entonces ¿Por qué no se animó a hablarle al de rojo del otro día?

Yoongi ignoró la pregunta tomando asiento detrás de su escritorio, con aquel gran ventanal tras su espalda.

—¿Ya ve? —volvió a hablar Jungkook—, usted no puede hablar con nadie en plan romántico.

—Pero yo jamás dije algo de que yo coqueteara —se defendió—, yo dije que tengo muchos pretendientes.

—De todos modos, no puede hacer ninguna de las dos cosas —se encogió de hombros—, porque no son lo que busca o sale corriendo como con el de rojo de la anterior semana. Aparte de que nunca quita su cara de amargado.

—No salí corriendo, tú llegaste queriendo que fuera a firmar mil cosas —lo señalo con el dedo y Jungkook fingió indignación—. Y bueno ya que lo mencionas tanto, supongo que ya sabes quién era, tal y como te pedí que lo hicieras —recordó con una imperceptible sonrisa burlona.

—Pues lo correcto hubiera sido que le hablara usted mismo —respondió sin dejarse intimidar—, pero como es medio gallina, pues no juzgaré sus métodos.

Yoongi rodó los ojos, jamás podría discutir con su asistente y ganarle. Aquel doncel se había ganado su puesto por lo eficiente que era en su trabajo, y su amistad, por su juguetona personalidad.

—Pero, si —lo saco de sus pensamientos—, ya tengo su nombre y que hacía en la empresa. Nada más no vaya a acosarlo porque sé lo intenso que puede llegar a ser cuando algo le gusta. Todavía me acuerdo de la vez que casi detuvo a toda Corea solo por buscar al gatito que vio en la banqueta frente al café que le gusta.

El libro del gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora