Jimin despertó en una habitación oscura, con un ligero dolor de cabeza. Al principio, todo era confuso, pero pronto recordó lo sucedido en el café para gatos: los hombres contratados, Jiyang y el caos que los gatos habían intentado crear para salvarlo. Los maullidos de sus pequeños protectores aún resonaban en su cabeza, pero ahora estaba solo. Atado a una silla en lo que parecía ser un almacén abandonado, el miedo comenzó a asentarse en su pecho.
¿Por qué tuvo que pedirle al año que lo sorprendiera? Cuando pidió que su vida cambiara se refería a vacacionar en Dubái, no a ser secuestrado.
De repente, escuchó unos pasos acercándose, y la puerta se abrió. La tenue luz reveló a Suzuki, quien entró en la habitación con una expresión de triunfo en su rostro.
—Finalmente te tengo donde quería, Jimin —dijo Suzuki, su voz goteando satisfacción mientras caminaba hacia él—. Sabía que sería cuestión de tiempo.
Jimin lo miró con desdén, incapaz de ocultar su desprecio.
—¿Qué demonios quieres, Suzuki? —espetó Jimin, sin molestarse en ocultar su odio—. Si esto es por Yoongi, olvídalo. No te va a servir de nada.
Suzuki sonrió, como si las palabras de Jimin no lo afectaran.
—Yoongi... —repitió, como si su nombre le supiera amargo—. No, Jimin, esto va mucho más allá de Yoongi. Va sobre lo que tú posees, sobre el poder que tienes en tus manos y que ni siquiera comprendes del todo.
Jimin frunció el ceño, tratando de mantener la calma. Era fácil unir todas las piezas.
—¿El libro? —preguntó, aunque ya conocía la respuesta.
—Exactamente —dijo Suzuki, acercándose más—. Ese libro mágico. Quiero que me lo entregues. Lo necesito, Jimin. Con él, podré lograr cosas que ni siquiera te imaginas. —Suzuki lo miró intensamente—. Puedes facilitar esto, Jimin. Solo dime dónde está y todo esto terminará rápido. Nadie más tiene que salir lastimado.
Jimin dejó escapar una risa amarga, mirándolo fijamente.
—¿Y crees que te voy a dar lo único que me protege? —dijo, con un tono sarcástico—. Ni en tus sueños, Suzuki. Además, ¿qué piensas hacer con él? El libro no te respondería ni aunque lo acariciaras. Solo a mí me obedece, y lo sabes.
El rostro de Suzuki se endureció ante las palabras burlonas de Jimin. Había esperado que el miedo lo hiciera cooperar, pero claramente había subestimado a su prisionero.
—Eres un imbécil, Jimin —gruñó Suzuki—. ¿Realmente crees que puedes seguir controlándolo todo? Sabes que tarde o temprano, todos los secretos se revelan. ¿Y qué crees que hará Yoongi cuando vea en qué lío te has metido?
Jimin lo miró con burla en sus ojos.
—Oh, no me hagas reír, Suzuki. Yoongi va a hacer lo que siempre hace: salvarme el trasero y después cogerme. Tu solo eres un pobre tipo con delirios de grandeza.
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El libro del gato
FanfictionJiMin tenia una vida de mierda, y lo decía el mismo, un trabajo horrible con una paga qué solo le alcanzaba para sus gastos mensuales, aunque bueno, fue despedido, vivía en un edificio a punto de ser considerado basura, su vecino de arriba siempre h...