El asado

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El viernes llegó rápidamente, y con él, la charla que había postergado con Daniel, en este momento él se encontraba en mi habitación, revisando su teléfono, mientras yo me quitaba la vaina que me había puesto anoche para hacerme ondas sin calor

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El viernes llegó rápidamente, y con él, la charla que había postergado con Daniel, en este momento él se encontraba en mi habitación, revisando su teléfono, mientras yo me quitaba la vaina que me había puesto anoche para hacerme ondas sin calor.

-¿Para qué te estás arreglando?-se levantó y se sentó en el borde de la cama, detrás de mí, besando mi hombro.

-Daniel, los papás de Richard nos invitaron a un asado en su casa- él me observó por el reflejo del espejo, frunció el ceño e hizo un mohín con la boca.

-¿No habíamos acordado que te alejarías de Richard? ¿Por qué insistes con este tema de él?-dijo, claramente molesto.

Lo miré con una ceja enarcada, tratando de mantener la calma.

-Creí que hablábamos de Richard, no de su familia, además, ellos siempre me han tratado muy bien, a diferencia de Richard, ellos me aprecian tanto como yo a ellos, son casi como mi familia-no dejó su expresión de molestia- te invitaron a ti también, así que vamos y punto- corté la conversación, haciendo mi delineado, lo escuché resoplar.

-Pero Richard estará ahí, y da lo mismo si su familia está o no, el que me molesta es él.

-No tienes que preocuparte por él, y no pienso quedar como una irrespetuosa por un berrinche tuyo -le respondí con tono de falsa indiferencia-. No estoy haciendo nada malo.

Daniel suspiró, resignado.

-Está bien. Iremos, pero que quede claro que no me gusta la idea. Solo para que no estés sola con él.

-Gracias, Daniel. Todo va a salir bien hoy-la última frase la dije más para mí que para él, terminé de arreglarme dándole los últimos toques a mi maquillaje, traía puesto unos jeanes con una blusa blanca sencilla, un cinturón negro y tennis blancos. Cuando terminé de echarme perfume bajé con Daniel al sótano en busca de su auto. Nos cruzamos a Gómez en el camino y lo saludé amablemente.

-Buenos días, Gómez, ¿Cómo está?

-Bien gracias a Dios, señorita, ¿y usted?

-Bien, gracias- le sonreí, Gómez le extendió la mano a Daniel, y éste se la estrechó sonriéndole un poco.

-Supongo que usted es Richard Ríos, mucho gusto-la sonrisa a Daniel se le desvaneció, yo abrí mis ojos con exageración, y el señor Gómez puso una mueca de confusión, Ay Dios, ¿ahora qué digo?

-No, mi nombre es Daniel Moreno- Daniel me observó de reojo y el señor Gómez asintió.

-Ahh ya, que vergüenza, discúlpeme por la confusión.

La conversación murió ahí, pero había una tensión en el ascensor y sabía que esto no se iba a quedar así. Y no me equivoqué, ya en el auto, Daniel sacó el tema.

-¿Qué fue eso del ascensor? ¿Por qué ese señor me relacionó con Richard?

-Ay no es para tanto, el señor Gómez está mayor y se puede confundir- le contesté.

ODIOSA ATRACCIÓN - RICHARD RÍOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora