Días después, estaba moviendo los muebles de mi sala para barrer, quería hacer una remodelación y por ahora me conformaba cambiando de posición el comedor y la sala. Escuché un golpecito en la puerta y me extrañé, ya que no esperaba visitas, seguramente era un vecino. Al abrir, me quedé inmóvil al ver a Richard ahí, vestido casualmente con jeans y una camiseta negra.
—¿Richard? —pregunté, sorprendida.—. ¿Qué hacés en Medellín?
—Hola —dijo con una leve sonrisa, levantando una bolsa—. Te traje esto... el vestido de aquella noche. Lo mandé a lavar.
Mis ojos se desviaron hacia la bolsa y sentí un calor en las mejillas. Había olvidado por completo lo del vestido.
—Ay, gracias —respondí, abriendo la puerta un poco más—. Pasa, no te quedés ahí.
Richard entró con una sonrisa ligera, pero su expresión cambió cuando me vio de cerca.
—Ya sé que me veo desarreglada, pero es que estoy haciendo aseo—. expliqué, apenada, ya que andaba con una camisa ancha gris puesta y unos shorts de pijama de vaquitas, con unas chanclas y un moño mal hecho recogiendo mi cabello.
Fruncí un poco el ceño al ver que él no se rió, y además de eso su mirada no estaba puesta en mi ropa, sino en mi brazo. Ay no, los moretones que me había dejado Daniel cuando me recogió en el aeropuerto. Él había estado intentando acercarse a mí estos últimos días, pero yo aún seguía desconfiada y enojada con él.
—¿Qué te pasó ahí? —preguntó, su voz baja pero cargada de preocupación.
—Nada importante —murmuré, sin mucha convicción.
—¿Nada importante?—bufó, sarcástico—. Gabriela, eso no es 'nada'. —Se acercó un poco más, su expresión ahora seria, tomando mi brazo con cuidado y observando más de cerca—. ¿Quién te hizo eso?
Mi corazón empezó a latir desenfrenado por el pánico, no quería confesarle que Daniel me había hecho eso, primero por la vergüenza que me daba, y segundo porque sé que Richard no va a tomárselo con calma.
—¿Cómo que quién? —sonreí, pero sentí que mi voz sonaba menos convincente de lo que esperaba—. Me golpeé con la puerta de mi closet el otro día, ya sabés cómo soy.
No sé a quién intentaba engañar, era un descaro lo que estaba diciendo, ya que en mi brazo se veían perfectamente marcados los dedos de Daniel, seguramente Richard lo tomaría como que me estaba burlando de él. Y no me equivoqué, él me puso mala cara, levantando la ceja. Sus ojos pasaban del moretón a mi cara, y podía ver la rabia asomarse en ellos.
—¿Con el closet? —preguntó, con el ceño fruncido—. Gaby, ¿usted me cree bobo? Se ve marcada una mano.
Me crucé de brazos, y no supe qué decirle, estaba acorralada entre la espada y la pared, sintiendo la vergüenza asomarse en mi cara y la impotencia aguandome los ojos.
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ODIOSA ATRACCIÓN - RICHARD RÍOS
Fanfic-Lo odio- le solté, descargando mi ira en las palabras, él me miró con desdén y bufó. -No se preocupe, que el sentimiento es mutuo.