Cansoncito

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6 de septiembre del 2024

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6 de septiembre del 2024

Me sentía agotada, los últimos días en Medellín han sido muy largos, llenos de trabajo, pero no podía estar más contenta, pues mi iniciativa iba más que bien, todo estaba saliendo tal y como lo había planeado.

Estaba absorta en mi pantalla, revisando estadísticas, cuando una suave pero familiar fragancia me sacó de mis pensamientos. Levanté la vista y, como cada día en la última semana, allí estaba Daniel, con su sonrisa amplia y un ramo de flores en la mano.

—Buenos días, hermosa— saludó, su tono alegre contrastaba con la seriedad que tenía en mi cara, tenía mucho trabajo que hacer, aunque las flores que me trajo estaban muy lindas, siendo sincera.

Eran lirios, muy hermosos, aunque no eran mis flores favoritas.

— Daniel… — comencé, intentando ocultar mi sorpresa, aunque ya debería estar acostumbrada a sus visitas. — No tenías que hacerlo, de verdad.

— ¿Cómo no iba a hacerlo? — dijo él, depositando las flores en un jarrón que ni sé donde había sacado, los floreros que tenía ya estaban llenos con todos los ramos que me había traído esta semana. — No me perdonaría no hacer sonreír a la mujer más linda de esta oficina.

—Soy la única mujer en esta oficina, Daniel—levanté una ceja, divertida.

—Bueno, me expresé mal, ¿La mujer más bella de Colombia está mejor?

—Un poco—entrecerré mis ojos, divertida.

Esbocé una sonrisa, aunque mi mente estaba en otro lugar. Agradecía el gesto, pero no podía evitar pensar en Richard, en cómo reaccionaría si supiera que Daniel me visitaba todos los días y me traía flores. No le caía ni un poquito bien, aunque no sabía la razón, Daniel no le había hecho nada.

¿Por qué seguía pensando en Richard? No habíamos hablado nada desde que me devolví de Brasil.

— Gracias por las flores, de nuevo, ¿Necesitas algo más? Es que estoy un poco ocupada ahora mismo — intenté cerrar la conversación, pues tenía mucho que hacer.

— Claro, preciosa, no te preocupes — dijo él, aunque no hizo ningún movimiento para irse. — Pero antes de que sigas, quería invitarte a almorzar hoy. Conozco un lugar cerca que te encantaría.

Lo miré, dudando por un instante. Sabía que no era solo un almuerzo amistoso, pero al mismo tiempo, me sentía halagada por la atención de Daniel, aunque algo en mi interior, una pequeña parte, seguía resistiéndose.

— No sé, Daniel… hoy tengo un día bastante lleno.

— Vamos, hermosa, solo será un rato — insistió, con ese tono persuasivo que a veces era difícil ignorar. — Y si después tienes tiempo, podrías venir a ver el partido de Colombia con nosotros esta noche. Vamos a reunirnos con unos amigos en mi casa, será divertido. Y van a ir las novias de ellos, así que no serás la única mujer, tranquila.

ODIOSA ATRACCIÓN - RICHARD RÍOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora