Los constantes ruidos en la cocina y el olor penetrante a café me sacaron de a poquitico del sueño, me dolía una parte de la cabeza pero era soportable, y cualquier rastro de dolor que pudiese tener en el cuerpo se esfumó al verla a ella, acostada a mi lado con leves mechones castaños cayéndole por el rostro, tenía los labios rosados y respiraba acompasadamente; hasta dormida se veía hermosa.
No pude evitar sentir el impulso de querer besarla de nuevo, de revivir esa conexión tan intensa que sentí anoche cuando ella tomó el primer paso y me besó, ese beso había encendido algo que ya no podía seguir ignorando. Eso me gustaba, y al mismo tiempo me asustaba.
La desperté sin querer cuando con delicadeza coloqué mi mano en su cintura y comencé a hacer movimientos con mis dedos, sintiendo la calidez de su piel a través de la tela de su camiseta. Gabriela abrió los ojos lentamente, su mirada encontrando la mía con una claridad que me hizo sentir que no había necesidad de explicaciones.
—Buenos días—sonrió un poco mientras se estiraba.
—¿Cómo amaneces?— le contesté con la voz ronca, dándole un beso en la frente.
—Mm, mucho mejor que tú, te ves terrible—ella soltó una risita, yo abrí la boca en una "o", haciéndome el ofendido.
Ella llevó su mano con suavidad hasta mi ceja, e hice una mueca fingida de dolor cuando rozó la herida, pero la verdad es que cualquier dolor quedaba en segundo plano cuando la tenía a ella tan cerca. La delicadeza con la que sus dedos rozaban mi piel era suficiente para hacerme olvidar de todo lo que pasó anoche. Bueno, casi todo.
—Deberías ponerte hielo para que los moretones se disminuyan— me dijo.
—Yo no creo que necesite hielo, mis heridas se curan con otra cosa—le dije, medio sonriente.
—¿Ah sí? ¿Qué cosa?— me preguntó sonriendo también. Su sonrisa es hermosa.
—Un beso suyo y quedo como nuevo—le dije, acercándome más a su rostro.
Gabriela soltó una risita, pero sus ojos se suavizaron un poco cuando agarré una de sus piernas y la coloqué encima de las mías, estábamos cara a cara, su respiración cambió un poco al igual que su mirada, eso fue suficiente para que yo supiera que estaba sintiendo lo mismo que yo.
—¿Así que un beso te quita todo lo malo, Ríos?—murmuró, y había una pizca de sugerencia en la voz que avivó más el sentimiento de querer besarla hasta cansarme.
—Aclaro, un beso suyo. Y sí, me quitaría todo el dolor que estoy sintiendo—me llevé una mano al corazón, dramático.
Ella volvió a reírse un poco.
—¿No me cree?—le pregunté—¿Quiere que se lo compruebe?—murmuré, para luego chocar mis labios con los de ella.
Esta vez no fue tímido ni inseguro. Este beso tenía algo más, algo que me hizo olvidar cualquier cosa que no fuera el latido acelerado de mi corazón y la sensación de su cuerpo pegado al mío. Sentí su mano aferrarse a mi camiseta, mientras mis dedos se enredaban en su cabello.
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ODIOSA ATRACCIÓN - RICHARD RÍOS
Fanfiction-Lo odio- le solté, descargando mi ira en las palabras, él me miró con desdén y bufó. -No se preocupe, que el sentimiento es mutuo.