He reencarnado hace miles de años y he estado en el bosque everfree sin que nadie lo supiera o se diese cuenta. pero eso cambiará cuando un grupo de ponis hagan que quiera salir de mi hogar.
Me encontraba en mi habitación, durmiendo plácidamente, cuando de repente, escuché tres suaves golpeteos en mi puerta. Con un movimiento de mi pata, la abrí, y allí estaban la princesa Celestia, Luna y Chrysalis, quienes lucían sonrisas en sus rostros, como si estuvieran a punto de compartir una noticia emocionante.
Sin embargo, noté que había un aire de nerviosismo en sus miradas, lo que despertó mi curiosidad.
Celestia fue la primera en hablar, pero su voz temblaba ligeramente.
Princesa Celestia: N-nine, queríamos saber si... si te gustaría... tener un día de campo con nosotras.
Empezó a decir, sus palabras saliendo en un flujo apresurado y entrecortado, como si la idea la sorprendiera a ella misma. Luna, a su lado, también parecía un poco nerviosa.
Princesa Luna: E-es una oportunidad para relajarnos y disfrutar del aire libre.
Añadió, mientras su mirada se movía de un lado a otro, como si buscara el apoyo de Celestia. Chrysalis, aunque un poco más segura, no pudo evitar un leve tartamudeo al decir.
Chrysalis: S-sí, sería divertido pasar tiempo juntos, ¿no crees?.
Al escuchar sus propuestas, levanté una ceja en señal de confusión, preguntándome qué había motivado este súbito interés en pasar un día al aire libre.
Sin embargo, al ver sus expresiones ansiosas, no pude evitar soltar una risa a carcajadas. La imagen de las tres, tan diferentes entre sí, unidas por la idea de un día de campo, era encantadora.
Nine: Claro que sí ¿Qué puede salir mal?.
Respondí, sintiendo que la alegría que emanaba de ellas era contagiosa.
La idea de pasar tiempo con mis amigas, disfrutando de un día soleado, se convirtió en una perspectiva que iluminó mi corazón después de las decisiones difíciles que había tomado recientemente.
Caminé por el templo con tranquilidad, disfrutando de la calma que reinaba en el ambiente. Aún tenía tiempo antes de unirme al picnic, así que con un simple pensamiento, me teletransporté a mi almacén subterráneo secreto.
Al llegar, la familiaridad del lugar me confortó, y decidí que era el momento adecuado para expandirlo, aprovechando el tiempo de sobra que tenía.
Con un fuerte brillo emanando de mi cuerpo, comencé a trabajar en la expansión del almacén, recordando cómo había visto la habitación infinita del Dios de los kitsunes. Era hora de replicar esa misma magia.
A medida que concentraba mi energía, el espacio comenzó a transformarse. La habitación se expandió lentamente, tomando la forma de un vasto espacio que recordaba al mismo universo exterior.
Las paredes se desvanecieron, y en su lugar, aparecieron estrellas titilantes y un fondo oscuro que parecía contener infinitas posibilidades.
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