🌸 Parte 3 | El Momento de la Verdad

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Narra Twilight:

El silencio en la habitación era tan espeso que casi podía oír mi propio corazón martilleando en mis oídos. El Rey Sombra se acercaba lentamente, su capa ondeando de manera ominosa mientras sus ojos verdes brillaban con una mezcla de deseo y... satisfacción oscura. Yo, por mi parte, estaba completamente paralizada. ¡Esto no está pasando, esto no está pasando!

Cada paso que daba hacia mí parecía resonar más fuerte que el anterior, y no importaba cuánto intentara pensar en una manera de salir de esto, mi cerebro se había apagado como una vela en una tormenta.

—Twilight... —dijo su voz, suave pero cargada de algo que no estaba segura de querer identificar—. Es hora de que cumplas con tus nuevas... responsabilidades.

Mi cuerpo entero se tensó como un resorte a punto de romperse. ¿¡Responsabilidades!? ¿¡ESTO ES UNA BROMA!? ¡Yo era una sirvienta hace dos días, limpiando jarrones y barriendo polvo! Ahora, aquí estaba, en los aposentos del Rey Sombra, y él esperaba que... ¡que yo hiciera cosas de concubina!

—E-E-Espera... —balbuceé, retrocediendo un paso—. Yo... yo no sé hacer esto. ¡Era una sirvienta! ¡Limpiaba suelos! Esto es... esto es... ¡esto es demasiado!

Sombra, lejos de detenerse, parecía más divertido con cada palabra que salía de mi boca. Su sonrisa era peligrosa, pero había un brillo de diversión en sus ojos. ¡Divertido! ¡¿Cómo podía estar divirtiéndose en este momento?!

—Ya no eres una simple sirvienta, Twilight —dijo, su voz baja, mientras cerraba la distancia entre nosotros—. Ahora vives en el lujo, entre sedas y terciopelos, con todo lo que podrías desear... siempre y cuando me satisfagas.

¡Satisfacerlo! ¡Por Celestia, qué horror de palabra! Mi cabeza daba vueltas y sentía que mis patas podían colapsar en cualquier momento. Esto estaba yendo mucho más lejos de lo que jamás hubiera imaginado.

—P-Pero yo... —intenté decir algo, cualquier cosa que pudiera desviar el curso de esta situación, pero Sombra ya estaba junto a mí, inclinándose hacia mí con esa sonrisa ladeada y una confianza inquietante.

—Todo lo que tienes que hacer... —susurró, su voz tan suave que casi parecía un susurro en mi oreja—, es olvidarte de tu vida de sirvienta. Ahora vivirás como una reina, rodeada de riquezas, y todo lo que tienes que hacer a cambio es... complacerme.

Mi cuerpo entero estaba en modo de alarma máxima. Mi mente luchaba por encontrar una excusa, una salida, algo, pero cada vez que abría la boca, solo salían balbuceos.

—P-Pero yo... —mi voz temblaba—. No sé cómo... hacer esto. ¡Soy buena con libros y hechizos, no con... esto!

Sombra se echó a reír, una risa baja y profunda que resonó en la habitación, haciendo que mis cascos temblaran. Estaba completamente a su merced, y él lo sabía.

—No te preocupes, Twilight —dijo, con una voz más suave, casi... tranquilizadora, aunque aún cargada de esa tensión oscura—. Aprenderás. Tendrás todo lo que necesitas... y mucho más, a cambio de tu... devoción.

Sentí el calor subiendo a mi rostro, mis pensamientos completamente dispersos y mis cascos helados. ¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora?

—Y... si no lo hago...? —pregunté, mi voz apenas un susurro, temiendo la respuesta.

Sombra inclinó la cabeza, mirándome con una sonrisa que no me gustaba ni un poquito.

—Entonces volverás a ser lo que eras antes, Twilight —dijo, dando un paso más cerca, haciendo que nuestras respiraciones se mezclaran—. Una simple sirvienta, sin lujos, sin privilegios... y sin mi protección.

La Concubina del Rey | TWIBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora