🌸 Parte 10 | Despertar y Reuniones Incómodas

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Narra Twilight:

Desperté sintiendo un peso incómodo sobre mí. Mi cuerpo entero estaba adolorido, como si hubiera corrido una maratón... o, bueno, hecho algo muy diferente. Oh, no, no, no... ¿Por qué me acuerdo de todo con tanto detalle?  Sombra estaba a mi lado, dormido plácidamente como si no hubiera hecho absolutamente nada fuera de lo normal la noche anterior. Yo, en cambio, estaba roja como un tomate y absolutamente avergonzada. ¡Qué desastre de vida tengo!

Intenté levantarme con el sigilo de una sombra (irónicamente), pensando que, si me movía con suficiente cuidado, podría escabullirme antes de que él se despertara. Pero claro, como siempre, mi suerte tenía otros planes.

—¿Ya estás tan animada desde temprano en la mañana? —su voz ronca y perezosa llegó a mis oídos, haciendo que todo mi plan de escape se desmoronara.

Me congelé. ¡Ay no! ¡Ay no no no! Lentamente, giré mi cabeza hacia él. Estaba con esa maldita sonrisa burlona, como si el simple hecho de estar a mi lado ya fuera un placer para él.

—N-no, yo... solo... estaba intentando... —balbuceé, mi cara poniéndose roja como una frutilla madura.

Intenté apartar la sábana, pero al hacerlo, vi los estragos de la noche anterior: chupetones y marcas de mordidas por todo mi cuerpo. Mi cuello, mis hombros, incluso mi flanco... ¡Todo estaba cubierto de evidencias del "cariño" de Sombra! ¡¿Cómo voy a salir en público así?!

—¿Pasa algo? —preguntó, claramente disfrutando de mi vergüenza—. Pareces preocupada.

—Mi hermano... —empecé a decir mientras trataba de taparme con las sábanas—. Él vuelve hoy de su suspensión al palacio. ¡No puedo dejar que me vea así!

Sombra soltó una risa profunda, divertida, como si fuera el mejor chiste que hubiera escuchado en días.

—Oh, Twilight —dijo, con esa voz oscura pero juguetona—. Puedes irte, si así lo deseas.

Sin esperar otra palabra, me levanté rápidamente, aún envolviéndome en las sábanas como si fuera un burrito mal envuelto. ¡Claro que quería irme!

Salí de la habitación lo más rápido que pude, sintiendo el calor en mi rostro mientras trataba de huir de cualquier otra humillación que Sombra pudiera lanzarme. Corrí hasta el ala de las concubinas, donde por fin llegué a mi habitación. Al mirarme en el espejo, casi me desmayo.

Oh, Dios... ¡Mierda! —dije, con los ojos bien abiertos. ¡No había ni una sola parte de mi cuerpo que no estuviera marcada! Parecía un mapa de manchas moradas y rojizas. 

¡¿Cómo se supone que voy a ver a mi hermano así?!

Intenté usar magia para ocultar las marcas, pero no importaba lo que hiciera, nada las cubría completamente. Finalmente, tomé el vestido más largo y cubriente que pude encontrar, ajustándolo hasta que ni una pizca de piel marcada estuviera a la vista. Perfecto... bueno, lo más perfecto posible considerando la situación.

Era el momento de ir a ver a Shining. Lo encontré en el campo de entrenamiento, practicando con los otros caballeros, sudando y empapado por la intensidad del entrenamiento. Cuando me vio, una sonrisa genuina cruzó su rostro, y corrió hacia mí.

—Twilight... —dijo, abrazándome—. Me alegra tanto verte. Lo siento tanto por lo que estás pasando.

¿Pasando? ¿Sufriendo? ¡Eso es lo que todo el mundo pensaba! Shining no tenía ni idea de que no estaba sufriendo precisamente. Más bien... bueno, no es que estuviera "disfrutando" en el sentido convencional... ¡pero tampoco era un martirio! Ay, Twilight, no sigas por ese camino de pensamiento...

—No tienes que disculparte... —dije, tratando de sonar convincente mientras me acomodaba el vestido nerviosamente—. Todo está bien.

Shining suspiró profundamente, mirándome con ojos llenos de preocupación.

—Twilight, no deberías tener que pasar por esto. Perdona a nuestros padres, perdóname a mí. Todos fallamos al dejar que esto sucediera. No debiste haber sido tú...

Oh, Shining... Mi corazón se encogió. Él realmente creía que estaba sufriendo, pero yo ni siquiera sabía cómo describir lo que realmente estaba pasando. La situación era confusa, sí, pero no era el calvario que todos parecían imaginar. No, mis noches no eran exactamente las que habría elegido, pero tampoco eran...

—Twilight —interrumpió mis pensamientos, su expresión grave—. Prométeme algo.

—¿Qué...? —pregunté, intentando no sonrojarme por anticipado.

—Prométeme que no... que no te embarazarás de él.

Mis ojos se abrieron de par en par. ¡¿Qué?!

—¡S-Shining! —balbuceé, completamente avergonzada.

—Lo digo en serio —continuó él, ignorando por completo mi incomodidad—. He escuchado historias de las concubinas que no pueden darle un hijo. Cuando el Rey se aburre de ellas... simplemente las desecha. No quiero que te pase eso. Actúa como si no quisieras... tener relaciones. O finge estar enferma. Haz lo que sea necesario. Si lo haces bien, tal vez un día seas libre.

Me quedé en silencio, mirando a mi hermano. ¿Libre? Esa palabra me sonó rara. ¿Qué significaba eso en esta situación? ¿Y por qué sus palabras me dolían tanto? "Un día se cansará de ti"... Las mismas palabras que había escuchado de las otras concubinas, de los sirvientes, incluso de mi familia.

Pero... ¿Por qué me importaba? Sombra era... bueno, Sombra. Un rey oscuro, un tirano. Pero algo en mí se estremecía al pensar en él simplemente... cansándose de mí. No quería admitirlo, pero la idea me afectaba más de lo que estaba dispuesta a reconocer.

—Sí... lo haré —dije, con una sonrisa débil para tranquilizar a Shining.

Pero mientras decía esas palabras, no pude evitar sentirme un poco... vacía. ¿De verdad quería eso? ¿Quería que Sombra simplemente se aburriera de mí y me dejara libre? No estaba tan segura.

La Concubina del Rey | TWIBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora