Capitulo 2: Confesiones en clases

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Andrew y Millie se encontraban compartiendo clases de informática, la clase transcurría de una manera lenta para el perrito anaranjado, mientras que la conejita, quien desconfiaba de su respuesta, decidió acercarse a él y hacerle plática.

—¿Qué? —exclamó Millie, completamente sorprendida por lo que Andrew acababa de confesarle. Se inclinó hacia él, asegurándose de que los demás estudiantes en la clase de informática no pudieran escuchar—. ¿Por qué no dijiste nada antes? Sabes que podrías haberte quedado conmigo y mis abuelos en Canadá. No habría sido un problema.

Andrew sonrió, pero la tristeza en sus ojos no pasó desapercibida para Millie. Se encogió de hombros mientras jugaba nerviosamente con el borde de su chaqueta, sin querer levantar la mirada.

—No quería molestar a nadie —dijo en voz baja—. Además, pensé que estar solo me ayudaría a... no sé, a entender mejor lo que estaba sintiendo. Sobre mí, sobre Rex... y otras cosas.

Millie lo miró con una mezcla de preocupación y frustración. Aunque Andrew siempre había sido reservado, algo en su tono la inquietaba. Sabía que había algo más, algo que él no estaba diciendo.

—Andrew, ¿es por Rex? —preguntó suavemente, estudiando su rostro.

El chico dudó por un momento antes de asentir, aunque sus palabras fueron cuidadosas.

—Sí... en parte. Es complicado, Millie. Rex... siempre ha sido una persona libre, sin ataduras. Pero ahora que se fue de gira con "The Howlers", es como si hubiera una distancia entre nosotros que no sé cómo cerrar. —Andrew soltó un suspiro, su mirada perdida en la pantalla de la computadora frente a ellos—. Durante todo el verano, intenté entender qué significaba eso para mí, para nosotros... Y no es solo Rex. Es como si este verano hubiera sido una pausa antes de que todo cambie de verdad. No sé si estoy listo para ese cambio.

Millie frunció el ceño, tratando de procesar lo que Andrew le estaba contando. Había algo más profundo en su voz, una tensión que no había escuchado antes.

—¿Y por qué no nos dijiste nada? —preguntó Millie, suavizando el tono de su voz—. Me preocupa que te hayas quedado solo durante tanto tiempo. Nos tienes a nosotros. No tienes que enfrentarte a todo solo.

Andrew esbozó una sonrisa triste, pero sus ojos todavía reflejaban esa sensación de incertidumbre.

—No quería que me vieran así —admitió—. Todos ustedes siempre parecen tenerlo todo bajo control. Joy, Rodney, incluso tú. Y yo... bueno, simplemente no quiero ser una carga para nadie.

Millie lo miró con ternura, sintiendo un nudo en la garganta. Sabía que Andrew se estaba guardando muchas cosas para sí mismo, y eso la preocupaba más de lo que podía expresar. Extendió la mano y la colocó suavemente sobre la suya, haciéndole saber que estaba ahí para él.

—No eres una carga, Andrew —dijo, mirándolo a los ojos con sinceridad—. Eres nuestro amigo, y nos importas. No tienes que lidiar con esto solo.

Andrew apretó su mano ligeramente, agradecido por el gesto, aunque una parte de él seguía sintiendo ese miedo interno de compartir demasiado.

—Gracias, Millie —susurró—. No sé qué haría sin ustedes.

Mientras Andrew y Millie seguían conversando en la clase de informática, el celular de Millie vibró suavemente en su bolsillo. Al echar un vistazo rápido, vio que era un mensaje de Edward. Sonrió sin poder evitarlo, pero trató de disimularlo para no interrumpir la conversación con Andrew.

—¿Es Edward? —preguntó Andrew con una media sonrisa, notando la expresión de su amiga.

Millie asintió, leyendo el mensaje con curiosidad. Decía: "Tengo una pequeña sorpresa para ti en la oficina del consejo estudiantil. Ven cuando tengas un descanso. Te va a encantar." El corazón de la conejita dio un pequeño brinco de emoción. A pesar de lo que Andrew le estaba contando, no pudo evitar sentir una mezcla de nervios y alegría al pensar en lo que Edward habría preparado para ella.

"Rebeldes sin Causa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora