Capitulo 28: Compras y reuniones

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Rebecca salió de su habitación con una sensación de incomodidad al ver que su nuevo entorno aún le resultaba extraño. Aunque su habitación era más grande, sentía que todo a su alrededor estaba en constante cambio, algo que le costaba aceptar. Al caminar por el pasillo, escuchó un alboroto proveniente de una habitación, y al asomarse, vio a sus nuevos hermanastros, Alex y Sarah, peleando por los muñecos de acción.

Alex, el más grande de los dos con sus 10 años, tenía una expresión de frustración mientras Sarah, la pequeña loba de 10 años también, le quitaba los muñecos y les daba un uso completamente distinto, organizando una especie de "hora del té" improvisada con los personajes.

—¡Sarah, esos son mis muñecos! —gritó Alex, con la voz quebrada por la frustración.

—¡No me importa! —respondió Sarah con una sonrisa traviesa, colocando a los muñecos en mini sillas de juguete—. Están invitados a mi fiesta de té.

Rebecca observó la escena, en parte divertida por la actitud juguetona de Sarah y en parte exasperada. En algún punto, había sido como ellos, viviendo en una casa con más ruido y caos. Ahora, al estar rodeada de esa energía, la realidad de la mudanza le golpeó de lleno.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Rebecca en tono firme, tratando de calmar los ánimos, mientras se cruzaba de brazos.

Ambos cachorros se detuvieron al instante, girando hacia ella con caras de asombro.

—¡Sarah no me deja jugar con mis muñecos! —dijo Alex, señalando los muñecos de acción que ahora estaban en una especie de círculo de sillas, en medio de la sala.

Sarah, con su cara de traviesa, lo miró y luego a Rebecca, sin arrepentimiento.

—Son para la hora del té, ¿no ves? —respondió Sarah como si fuera lo más lógico del mundo, mientras se sentaba junto a los muñecos.

Rebecca soltó un suspiro, pero también no pudo evitar sonreír ante la ocurrencia de Sarah.

—Chicos, ¿no podrían compartir un poco? —dijo Rebecca en tono más suave. Sabía que sus hermanastros no tenían malas intenciones, pero el caos que traían consigo aún la hacía sentir incómoda en su nueva casa.

Alex se cruzó de brazos, mirando a Sarah con desdén.

—No quiero compartirlos. Los tenía yo primero.

Sarah, sin inmutarse, le sonrió con picardía.

—¿Quién dice que no puedo usarlo de otra forma? —dijo ella, levantando un muñeco en el aire.

Rebecca no pudo evitar sonreír. Al final, aunque no le gustara la pelea, sabía que no podía intervenir demasiado. Decidió hacer algo para tranquilizar la situación.

—Vamos a hacer algo —dijo Rebecca, acercándose—. ¿Qué tal si organizamos una especie de... "hora del té" con los muñecos? Así ambos pueden jugar, pero sin pelear.

Alex miró a Sarah y luego a Rebecca, dudando.

—¿De verdad crees que eso va a funcionar? —preguntó Alex, aún un poco reticente.

—Sí, lo creo —respondió Rebecca con una sonrisa.

Después de un momento de incertidumbre, Alex se encogió de hombros.

—Está bien... —dijo, aunque aún un poco molesto.

Rebecca organizó un pequeño espacio en el salón, arreglando los muñecos de manera que ambos pudieran participar sin pelear. Después de unos minutos, Sarah empezó a divertirse al crear su propia "fiesta de té", mientras Alex parecía menos molesto, aceptando la situación.

"Rebeldes sin Causa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora