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El sol brillaba en el segundo día de Chiara en la universidad, pero en su pecho sentía una nube oscura. Se despertó con el peso de la incertidumbre, y aunque se había preparado mentalmente, sabía que Violeta no se detendría.

Al llegar al campus, la multitud la envolvió nuevamente. Estudiantes charlando, riendo, y el eco de sus voces resonaba en sus oídos. Sin embargo, cuando giró la esquina, se encontró con la última persona que quería ver: Violeta, rodeada de su grupo, riendo a carcajadas.

—Mira quién llegó —dijo Violeta, al notar la presencia de Chiara. Su voz tenía un tono burlón que hizo que el estómago de Chiara se retorciera.

Chiara trató de pasar de largo, pero Violeta no lo permitiría. Se acercó, con una sonrisa desafiante que no prometía nada bueno.

—¿Disfrutaste tu primer día de "estudio"? —preguntó, mirando a sus amigos para que se unieran a la diversión.

—Fue... interesante. —respondió Chiara, intentando mantener la calma.

—¿Interesante? Esa es una forma muy generosa de decirlo. No me sorprende que no puedas encontrar un lugar en este campus. —Violeta dejó escapar una risa fría, que hizo eco entre su grupo.

Chiara sintió que su corazón latía con fuerza. ¿Por qué no podía dejarla en paz? Sin embargo, recordó las palabras de su madre. Respiró hondo.

—No estoy aquí para buscar aprobación. —dijo, intentando sonar segura.

Violeta se inclinó un poco más cerca, con una mirada desafiante.

—Oh, ¿y qué piensas hacer al respecto? Eres una recién llegada y no tienes idea de cómo funcionan las cosas aquí.

—Eso no te da derecho a tratarme así. —Chiara se esforzó por mantener la mirada firme.

—¿Derecho? —replicó Violeta, entre risas. —Es un privilegio, querida. Y yo disfruto de mi privilegio.

La risa de los amigos de Violeta resonaba como un eco desolador. Chiara sintió que las palabras se acumulaban en su mente, pero no sabía cómo responder. ¿Por qué siempre parecía tan fácil para Violeta?

—Solo recuerda, en este juego, no estás en mi liga. —Violeta terminó, dándole la espalda, segura de su victoria.

Chiara se quedó quieta, sintiendo el ardor de la humillación. Se apresuró hacia la clase, tratando de olvidar lo que había pasado. A medida que avanzaba, las palabras de Violeta la seguían, como un eco en su mente.

Las horas pasaron lentamente. Durante la clase, se concentró en la música, tratando de perderse en las notas. Pero incluso en ese refugio, no podía evitar que el veneno de Violeta la acechara.

Al final de la jornada, se reunió con Martin y Ruslana. Se sentía un poco mejor al ver sus sonrisas.

—¿Cómo va todo? —preguntó Martin.

—Sigo aquí, aunque Violeta no me deja en paz. —Chiara dejó escapar un suspiro.

—Ella es una pieza de trabajo. Pero no puedes dejar que te afecte. —Ruslana la miró con seriedad.

—Lo sé, pero es difícil. —Chiara se sentó, sintiendo el peso de la frustración.

A la mañana siguiente, Chiara se preparó para lo peor. Al llegar al campus, sintió que el aire estaba cargado. Cuando vio a Violeta nuevamente, su corazón se hundió.

—Mira quién está aquí, la valiente Chiara. —Violeta la interceptó antes de que pudiera escapar.

—¿Qué quieres? —dijo Chiara, conteniendo su rabia.

—Solo comprobar cómo va tu "adaptación". No quiero que te sientas sola. —Las palabras de Violeta eran veneno disfrazado de amabilidad.

Chiara se sintió atrapada. A su alrededor, los estudiantes comenzaban a notar la tensión.

—No necesito tu compasión. —respondió, intentando encontrar su voz.

—¿Y qué harás? ¿Gritarle a la luna? La verdad es que, con cada palabra que dices, te hundes más. —Violeta sonrió, disfrutando del espectáculo.

En ese momento, Chiara sintió que todo se desmoronaba. Pero en medio de la tormenta, recordó la música, su refugio. Con una respiración profunda, decidió no dejar que Violeta la venciera.

—La música es más poderosa que tus palabras. —dijo Chiara, sintiendo cómo la confianza comenzaba a renacer.

Violeta se detuvo, sorprendida.

—¿Crees que eso me impresiona? —dijo, aunque su tono ya no era tan seguro.

—No se trata de impresionarte. Se trata de no dejar que me intimides. —Chiara dio un paso adelante, sintiendo que su voz resonaba con fuerza.

Un instante de silencio se extendió entre ellas. Chiara sintió el apoyo de algunos compañeros que comenzaban a reunirse, como si también ellos estuvieran cansados de las burlas de Violeta.

Finalmente, Violeta soltó una risa nerviosa y se dio la vuelta, alejándose con su grupo, aunque no sin lanzar una última mirada desafiante.

Aquel día, Chiara se sintió aliviada, aunque sabía que la batalla apenas comenzaba. Con cada encuentro, la lucha se tornaba más intensa, pero también se daba cuenta de que no estaba sola. Martin y Ruslana estaban a su lado, listos para apoyarla en la tormenta que se avecinaba.

- VC, spirito

Entre odio y pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora