8.

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Las semanas habían pasado volando desde aquel día en el patio. Chiara observaba cómo su relación con Violeta evolucionaba día a día. Lo que había comenzado como un tira y afloja lleno de tensiones y desconfianzas, se había transformado en una conexión genuina. Violeta estaba esforzándose, mostrándose atenta y considerada, incluso en los pequeños detalles. Sin embargo, esa misma mañana, una nueva chica había llegado a la universidad, y eso trajo consigo una dosis de incertidumbre.

Mientras Chiara se sentaba en la cafetería con Ruslana y Martin, no podía evitar sentir un nudo en el estómago.

—¿Has visto a la nueva? —preguntó Ruslana, mirando a la entrada.

—Sí, la he visto. —respondió Chiara, distraída. —Se llama Sarah, ¿no?

—Exacto. —Martin asintió, con una sonrisa traviesa. —Dicen que le gustas.

Chiara frunció el ceño.

—Eso es una locura. ¿Por qué habría de gustarle a ella?

—No lo sé, pero no deja de mirarte. —Ruslana se rió. —Y a mí me parece que Violeta no está muy feliz al respecto.

Chiara echó un vistazo hacia la entrada, donde Sarah se estaba acercando. Tenía una sonrisa brillante y una confianza que desbordaba. A medida que se acercaba a su mesa, Chiara sintió que su corazón se aceleraba.

—¡Hola! —dijo Sarah, deteniéndose frente a ellas. —¿Puedo sentarme aquí?

—Claro. —respondió Ruslana, con una mirada cómplice hacia Chiara.

Sarah se sentó, y Chiara pudo notar que su mirada era directa y amistosa.

—Soy Sarah, acabo de llegar. —dijo la nueva, mirando a Chiara. —He oído que esta es una buena cafetería.

—Sí, es bastante popular. —respondió Chiara, tratando de mantener la conversación en un tono amigable.

—Me gusta tu estilo. —dijo Sarah, sonriendo. —Es muy original.

Chiara sintió que se sonrojaba.

—Gracias. —respondió, sintiéndose algo incómoda.

La conversación continuó, pero Chiara no podía evitar sentir la mirada de Violeta desde la otra esquina de la cafetería. La había visto entrar y, en ese momento, Violeta estaba en una conversación animada con Denna, pero su atención parecía estar fija en ella.

—¿Eres de aquí? —preguntó Sarah, interrumpiendo los pensamientos de Chiara.

—No, soy de Menorca. Me mudé aquí hace un tiempo. —respondió Chiara, intentando ser cordial.

—Eso suena emocionante. —dijo Sarah, inclinándose un poco hacia adelante. —¿Te gusta la universidad?

—Sí, bastante. —Chiara sonrió, tratando de mantener la conversación ligera.

Mientras tanto, notó cómo la expresión de Violeta se tornaba oscura. Había un destello de celos en sus ojos, algo que Chiara no había visto antes en su amiga.

—Así que, Chiara, ¿haces algo después de clase? —preguntó Sarah, dirigiendo su atención exclusivamente a ella.

—Solo estudio y paso tiempo con mis amigos. —respondió Chiara, sintiendo que Violeta se acercaba lentamente, aunque aún mantenía su distancia.

—¿Te gustaría mostrarme el campus algún día? —preguntó Sarah, con un brillo en sus ojos.

Antes de que Chiara pudiera responder, Violeta interrumpió, acercándose de manera decidida.

Entre odio y pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora