11.

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Chiara se encontraba sentada en la cafetería, absorta en sus pensamientos mientras observaba a sus compañeros reír y charlar. Aunque la atmósfera era animada, su mente estaba ocupada en otra parte. En las últimas semanas, su relación con Violeta había evolucionado a algo que no sabía cómo definir. No eran novias, pero tampoco eran solo amigas. Eran un "casi algo".

Era curioso cómo había pasado de sentir miedo y desconfianza hacia Violeta, a encontrar consuelo en su presencia. Cada vez que se encontraban, se robaban momentos de cariño, ocultándose en los baños o en el cuarto del conserje, donde el mundo exterior parecía desvanecerse.

De repente, una risa familiar la sacó de su ensueño. Violeta entró en la cafetería, su cabello ondeando al ritmo de su andar. Chiara sintió un cosquilleo en el estómago al verla. Violeta se acercó a su mesa, una gran sonrisa en su rostro.

—¿Pensando en mí? —preguntó, sentándose frente a ella.

—¿Yo? Nunca. —Chiara sonrió, intentando parecer indiferente.

—Claro, como si no tuviéramos un trato. —Violeta levantó una ceja, desafiándola.

—¿Un trato? —Chiara se cruzó de brazos, fingiendo desinterés.

—Sí, el trato de que me extrañas cuando no estamos juntas. —respondió Violeta, con un tono juguetón.

Chiara no pudo evitar reírse. La confianza que había crecido entre ellas era palpable, y aunque no habían definido su relación, ambos sabían que había algo especial.

—Tal vez un poco —admitió Chiara, sintiéndose vulnerable.

Justo en ese momento, Sarah apareció, interrumpiendo su conversación. La nueva chica siempre había mostrado interés en Chiara, y eso empezaba a incomodarla.

—¡Hola, chicas! —saludó Sarah, con una sonrisa amplia. —Chiara, ¿puedo hablar contigo un momento?

Chiara sintió que su corazón se tensaba. Violeta la miró, y en su expresión había un rayo de celos que no pasó desapercibido.

—Claro, ¿qué necesitas? —preguntó Chiara, aunque sabía que no le gustaba que Sarah interrumpiera su tiempo con Violeta.

—Solo quería saber si te gustaría unirte a nosotros en el cine este fin de semana. —dijo Sarah, acercándose un poco más.

Chiara notó que Violeta se tensaba, pero intentó mantener la calma.

—Gracias, pero tengo otros planes. —respondió Chiara, forzando una sonrisa.

Sarah frunció el ceño, claramente desilusionada.

—Oh, está bien. Si cambias de opinión... —dijo, antes de girarse y alejarse.

Violeta se inclinó hacia adelante, su mirada seria.

—¿Vas a salir con ella? —preguntó, su tono desafiando a Chiara.

—No, Violeta, solo es una invitación. —respondió Chiara, tratando de calmar la situación.

—Parece que le gustas. —Violeta se cruzó de brazos, dándole un vistazo a la dirección en que Sarah se había ido.

—Es solo una amiga. —Chiara se sintió atrapada entre la incomodidad y el deseo de ser honesta. —¿No se supone que estamos en esto juntas?

—¿Juntas? ¿Eso es lo que estamos haciendo? —Violeta se burló, pero su tono era más de celos que de diversión.

Chiara sintió que se le encogía el estómago. Sabía que Violeta estaba lidiando con sus propios demonios, y eso la hacía sentir mal.

—Mira, yo... no sé cómo definir lo que somos. Pero no quiero perder lo que tenemos. —Chiara se atrevió a mirarla a los ojos.

Violeta pareció calmarse un poco, aunque la tensión seguía en el aire.

—No quiero perderte tampoco. —respondió, su voz más suave.

Las dos se miraron en silencio, cada una con sus propios miedos y deseos.

—¿Por qué no nos tomamos un momento para ver qué queremos realmente? —sugirió Chiara, intentando encontrar una solución.

Violeta asintió, pero la sombra de Sarah seguía pesando en sus pensamientos. Las cosas no eran simples, y lo que había comenzado como una conexión se complicaba cada vez más.

A medida que avanzaba el día, Chiara intentó concentrarse en sus clases, pero su mente regresaba a los momentos que había compartido con Violeta. Las risas, los secretos susurrados, y los besos furtivos que aún le hacían sonreír.

Al final de la jornada, decidió buscar a Violeta. La encontró en el patio, observando a un grupo de estudiantes jugar al fútbol. Se acercó lentamente, sintiendo la necesidad de aclarar las cosas.

—Hey, ¿tienes un momento? —preguntó Chiara, su corazón latiendo con fuerza.

Violeta se giró, su mirada cansada.

—¿Sobre qué? —dijo, con un tono que sugería que aún estaba molesta.

—Sobre Sarah. —Chiara respiró hondo, tratando de mantener la calma. —Sé que estás celosa, y no quiero que eso afecte lo que tenemos.

—Es difícil no estar celosa cuando parece que está buscando cualquier oportunidad para acercarse a ti. —Violeta se cruzó de brazos, desafiando a Chiara.

—Lo entiendo, pero yo te elijo a ti. —Chiara se acercó un paso más, su voz suave pero firme. —No quiero perderte por eso.

Violeta la miró fijamente, su expresión suavizándose lentamente.

—¿De verdad? —preguntó, como si no pudiera creer lo que escuchaba.

—Sí, estoy aquí contigo. —Chiara sonrió, sintiendo que el peso de la tensión se aliviaba.

—¿Y si solo somos "casi algo"? —Violeta hizo una mueca.

—No importa cómo lo llamemos. Lo que tenemos es especial. Y quiero seguir construyendo eso. —Chiara se sintió segura de sus palabras.

Violeta respiró hondo, y Chiara pudo ver cómo sus emociones cambiaban.

—Entonces, ¿qué hacemos con Sarah? —preguntó Violeta, su voz más calmada.

—Podemos manejarlo juntas. No quiero que lo que siente por mí nos afecte. —Chiara se acercó un poco más, tocando suavemente el brazo de Violeta.

—Quizás deberíamos hablar con ella. —sugirió Violeta, mirando hacia el grupo de estudiantes.

—Sí, tal vez eso ayude. —respondió Chiara, sintiéndose aliviada de que Violeta estuviera dispuesta a enfrentar la situación.

Las dos se miraron por un momento, y en ese instante, Chiara supo que no estaba sola en esto. A pesar de los celos y las complicaciones, había algo real entre ellas, algo que valía la pena luchar.

—¿Nos vamos? —preguntó Violeta, sonriendo ligeramente.

—Claro. A donde tú quieras. —respondió Chiara, sintiendo que cada paso que daban juntas las acercaba más.

A medida que caminaban juntas, Chiara sintió que las cosas podrían resolverse. Sabía que tendrían que enfrentar muchos desafíos, pero lo harían juntas. Y eso, pensó, era lo más importante.

- VC, spirito

Entre odio y pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora