13.

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Era un día soleado en la universidad, y Chiara no podía evitar sonreír mientras estaba sentada en el regazo de Violeta en la cafetería. Habían comenzado su nueva vida como novias y, aunque no todo había sido fácil, cada día se sentía más segura y feliz con su relación. A su alrededor, el bullicio de los estudiantes resonaba, pero su atención se centraba en los amigos que las acompañaban.

—Así que, ¿quién va a ser el primero en caer en el examen de matemáticas? —bromeó Martin, llenando de risas la mesa.

—Seguro que tú, —replicó Ruslana, cruzando los brazos con una sonrisa burlona. —Siempre te la pasas jugando videojuegos en lugar de estudiar.

—Oye, eso no es cierto. Tengo mis prioridades claras, —respondió Martin, haciendo un gesto dramático.

Violeta acariciaba suavemente el brazo de Chiara, disfrutando de su compañía mientras escuchaban las conversaciones.

—No sé, creo que si los videojuegos fueran una asignatura, Martin sería el primero de la clase, —dijo Chiara, riendo.

—Y tú serías la reina de las matemáticas, —agregó Violeta, sonriendo.

Chiara sintió una oleada de felicidad al escuchar las palabras de Violeta. Era un momento sencillo, pero lo apreciaba profundamente. Sin embargo, notó que, en la mesa, Sarah no podía apartar la mirada de ellas. La tensión en el aire era palpable, y Chiara no podía evitar sentir un ligero escalofrío.

—¿Qué te pasa, Sarah? —preguntó Denna, con un tono de curiosidad. —¿Te molesta algo?

Sarah desvió la mirada rápidamente, pero no pudo ocultar la frustración en su rostro.

—Nada, solo... me parece raro ver a Chiara así, —dijo con desdén, haciendo un gesto hacia Violeta. —¿No te resulta incómodo estar siempre en el regazo de alguien?

Chiara se tensó, sintiendo cómo la conversación se tornaba incómoda. Violeta, al notar el cambio, apretó un poco más su brazo.

—¿Incomodidad? Para nada. Me gusta estar así con Chiara, —respondió Violeta, con una voz firme.

—Claro, claro, —dijo Sarah, cruzando los brazos. —Solo me parece que deberías ser más... reservada. No todos quieren ver eso.

—¿Y quién te ha pedido tu opinión? —replicó Violeta, desafiando con la mirada.

La tensión aumentó, y Chiara se sintió atrapada entre dos mundos. Ella quería disfrutar del momento con sus amigos, pero la hostilidad de Sarah la incomodaba.

—Chicas, no necesitamos pelear. —Chiara trató de mediar, sintiéndose un poco nerviosa. —Estamos aquí para pasar un buen rato.

Denna, siempre con una sonrisa, intentó cambiar el tema.

—Hablando de cosas divertidas, ¿quién tiene planes para el fin de semana? —preguntó.

—Yo estaba pensando en hacer una maratón de películas de terror. ¿Alguien se apunta? —dijo Martin, intentando aliviar la tensión.

—Cuenta conmigo, —respondió Ruslana. —Pero solo si prometes no asustarme.

Mientras la conversación se desvíaba, Chiara notó que Sarah seguía lanzando miradas fulminantes hacia ella. Era evidente que no estaba satisfecha con la situación.

—¿Y tú, Sarah? —preguntó Denna, tratando de ser amable. —¿Te gustaría unirte?

Sarah se encogió de hombros, sin disimular su desinterés.

—No, gracias. Prefiero no estar rodeada de... —hizo una pausa, mirándolas a ambas— ...de exhibicionistas.

Chiara sintió que se le encogía el estómago ante el comentario. No quería que la atmósfera se volviera aún más tensa, así que miró a Violeta.

—¿Te gustaría ir a comprar algo de postre? —preguntó Chiara, buscando cambiar de tema.

—¡Claro! —respondió Violeta, sonriendo. —Un poco de chocolate siempre mejora las cosas.

Ambas se levantaron y se dirigieron al mostrador, dejando atrás la mesa. A medida que se alejaban, Chiara sintió que el ambiente se relajaba un poco.

—¿Estás bien? —preguntó Violeta, mirándola con preocupación.

—Sí, solo... me incomoda que Sarah se sienta así. —Chiara suspiró. —No sé por qué está tan molesta.

—No te preocupes por ella, Chiara. Lo que importa es que estamos juntas y somos felices, —dijo Violeta, mientras elegía un par de brownies del mostrador.

—Tienes razón. —Chiara sonrió. —Es solo que a veces siento que tengo que elegir un bando.

—¿Y cuál eliges? —preguntó Violeta, con un brillo travieso en los ojos.

—Obviamente el tuyo, —respondió Chiara, riendo.

Regresaron a la mesa, brownies en mano. Al sentarse, notaron que Sarah seguía observándolas con una mirada crítica.

—¿Qué tal los postres? —preguntó Denna, cambiando de tema nuevamente.

—Deliciosos, como siempre, —dijo Violeta, dándole un bocado a su brownie.

—¡Mmm! ¡Esto es increíble! —exclamó Chiara, sintiendo cómo el chocolate derretido le alegraba el día.

—Yo no sé cómo pueden comer eso y seguir viéndose bien, —comentó Sarah, con una sonrisa falsa.

Chiara se sintió frustrada. No entendía por qué Sarah seguía con su actitud.

—A veces, un poco de chocolate es justo lo que necesitas, —dijo Ruslana, tratando de suavizar la atmósfera.

Mientras todos se reían y compartían historias, Chiara intentó concentrarse en la diversión, pero las miradas de Sarah continuaban acechándola.

—Oye, ¿quieres hacer algo divertido después de clases? —preguntó Violeta, rompiendo el silencio. —Podríamos ir al parque y hacer un picnic.

—¡Eso suena genial! —exclamó Denna. —¡Yo traigo las bebidas!

—Y yo puedo hacer unas sandwiches, —ofreció Ruslana, entusiasmada.

Chiara miró a Violeta y sonrió. La idea de pasar más tiempo juntas la llenaba de felicidad.

—Me encantaría. —Chiara asintió. —¿Y tú, Sarah? ¿Te gustaría unirte?

Sarah miró a Chiara, y por un breve instante, pareció dudar.

—No, gracias. Prefiero no pasar tiempo en medio de... —se detuvo, mirando a Violeta— ...de dramas.

Violeta se inclinó hacia adelante, con una chispa de desafío en sus ojos.

—¿Drama? Solo estamos disfrutando de nuestra vida. Quizás tú deberías hacer lo mismo.

—No necesito consejos de ti, —replicó Sarah, frunciendo el ceño.

El intercambio de miradas se volvió tenso, y Chiara sintió que el aire se volvía pesado. Pero en lugar de dejar que eso la afectara, respiró hondo.

—¿Podemos dejar de discutir? —intervino Chiara, alzando la voz un poco. —Quiero disfrutar de este momento con mis amigos.

La mesa quedó en silencio por un momento, y finalmente, Denna rompió la tensión con una risa.

—Entonces, ¡brindemos por los buenos momentos! —propuso, levantando su bebida.

Chiara se unió al brindis, sintiendo cómo su corazón se aliviaba un poco. A pesar de los conflictos, sabía que tenía a Violeta a su lado, y eso era lo que más importaba.

Mientras el bullicio de la cafetería continuaba, Chiara decidió concentrarse en el presente, disfrutando de la compañía de sus amigos y del dulce sabor del brownie, mientras que la tensión con Sarah quedaba atrás, al menos por el momento.

- VC, spirito

Repetitivo

Entre odio y pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora