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Todo empezó como normalmente la rutina. Bueno, ahora con una pequeña excepción, el día parecía ser más feliz que los demás.
Si.
Luther deslumbró con su nuevo y enérgico baile en el bar donde trabaja. Lástima que su show duró poco al haberse quitado su traje y dejar sus pelos de chango a la vista.
A dos calles de ahí, Diego logró entregar todos los paquetes en tiempo y forma, y eso de cierta forma le levantó los ánimos. Al parecer sus habilidades con la puntería habían regresado.
Por otro lado, Cinco y Jenny no la pasaban bien. Primero estaba Cinco, el cual ya estaba trabajando en un caso en la CIA mientras esperaba a su esposa. De repente un estornudo bastó para que Cinco lograra teletransportarse hasta lo que parecía ser una estación y sin querer, regresó nuevamente con ayuda de su poder.
Esto tenía que contárselo a su esposa rápidamente.
Ahora, del otro lado de la ciudad se encontraba Jenny haciendo las compras en el supermercado. Hoy se había tomado un día libre para pasar tiempo de calidad con sus hijos. De repente sintió un pequeño mareo que la obligó a tomarse con fuerza del carrito del super. Por suerte pudo tranquilizarse y solo había sido el susto así que siguió con sus compras. Un parpadeo bastó para que todo su carrito se llenara con la despensa de la semana. Confundida miró a su alrededor notando algunos productos en el suelo y otras rodando en el piso con cosas livianas apenas cayendo al suelo. Ahí lo comprendió. Ella había ocasionado todo eso... Ella y sus poderes.
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- Esto no está pasando, esto no está pasando.- murmuraba Jenny sin dejar de dar vueltas. Si seguía así, haría un hoyo en el piso de la mansión, aunque a decir verdad, sería como un adorno más para esa pocilga.
Pero bueno, toda la familia estaba reunida nuevamente. Aunque ahora ya no era para celebrar algo, más bien era para buscar respuestas a sus problemas.
