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Las puertas de aquel metro se abrieron dejando salir a Lila, a Jenny y a Cinco.
- Guácala, que asco.- soltó Lila al ver lo sucio que se veía aquella estación en donde habían bajado.
Curiosa se acercó donde Cinco al ver qué anotaba algo en su pequeña libreta.
- Querido diario, ¿Por qué siempre visto de traje?.- se burló a lo que Jenny la miró mal al igual que Cinco
- Deja de decir estupideces y mejor subamos.- sugirió Jenny yendo hacia las escaleras para subir al exterior.
- Esperemos que el metro nos haya traído a las oficinas de Jeane y Gene, mismo día y a la misma hora pero diferente línea del tiempo.- explicó el azabache subiendo las escaleras.
Al salir del subterráneo, todos se llevaron la sorpresa de que todo, absolutamente todo a su alrededor estaba destruido.
Cinco y Jenny sintieron el deja vu. Toda su piel se había puesto de gallina y el sudor no tardó en aparecer en los dos.
- Diferente línea del tiempo. Lo sabía...- murmuró Lila al ver todo el desastre.- Error de cálculo, parece que dieron un salto hasta el fin del mundo.
- No no, no damos saltos, no avanzamos ni retrocedemos en el tiempo. Son versiones alternativas del presente.- explicó Jenny sintiendo su garganta arder así que carraspeó.- Justo llegamos al departamento de Jean y Gene.
- ... Conocemos ésta versión- la respiración de Cinco se entrecortó.- Este es nuestro apocalipsis.- su esposa asintió al estar de acuerdo.
- ¿Su apocalipsis?.- preguntó Lila sin entender mucho.
Típico de ella.
- Si, la línea del tiempo original. Estuvimos cuarenta años aquí. En ésta Viktor hizo volar la luna y no lo detuvimos.- explicó Jenny viendo a su alrededor con algo de temor.
Pues nadie sabía con que se podrían topar... O mejor dicho, con quiénes.
- Creo que está línea del tiempo es una gran mierda...
- Un segundo.- pidió Cinco sacando algo de sus bolsillos después de interrumpir a Lila.
- ¿Binoculares? ¿Qué?...- de repente la pareja de casados se tiraron unos pequeños gases que sorprendió a Lila.- ¿Se tiraron unos pedos?.
- Cinco, esto no está bien...
- ¡Abajo!.- Cinco gritó para refugiarse detrás de un auto que les serviría a el, a su esposa y a Lila para ponerse a salvo.
Parecía que a unos metros de ellos unas personas les disparaban sin descansar hasta matarlos.
- ¡¿Quién está disparandonos?!.- preguntó la loca.
