Capítulo 4

1 0 0
                                    

Los días pasaron más rápido de lo que pensaba, ni siquiera tenía tiempo para sentirme mal por no estar con mi familia. Layla venía seguido a mi casa, nos dejaron un proyecto de diseño que teníamos que hacer en equipo tuvimos la fortuna que nos tocara juntas. Aunque en realidad una buena parte del tiempo era estar platicando en lugar de hacer la maqueta, nuestra preocupación no era muy grande, teníamos una buena parte de ella hecha.

—Tengo hambre, ¿tú no? —exclamó ella

—¿Quieres que prepare algo? Puedo hacer galletas si quieres.

—No, ¿y si mejor vamos a comer, no tengo ganas de cocinar

—Pero las voy a preparar yo

—Ándale vamos a un restaurante, yo pago, e invitamos a los chicos

—Sabes que si los invitamos se va a convertir en fiesta ¿verdad?

—Todos los días son fiesta conmigo Julie, ¿o no?

—Si todo lo que es contigo es divertido.

—Así se habla, entonces ¿vamos? —Hizo una cara sumamente tierna, me recuerda a las que hace Lily cuando quiere que papá la lleve por un helado, siempre me pregunté por qué funcionaba con papá, ahora me doy cuenta que es imposible negarse.

—Está bien vamos.

Fuimos a un restaurante bastante bonito, algo vintage, las mesas cuadradas pero desgastadas, de un gris bastante pálido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fuimos a un restaurante bastante bonito, algo vintage, las mesas cuadradas pero desgastadas, de un gris bastante pálido. Destacaban algunas flores color pastel en el centro de estas, al igual que en los alrededores. Estaba lleno todo, no sé cómo pasamos tan rápido, bueno quizás si se.

—Señorita Meyer, adelante ya tenemos la mesa que reservó lista. Si no me equivoco es para siete personas, ¿cierto? —dijo un hombre de mediana edad.

—No te equivocas, gracias Robert.

—A sus órdenes señorita Meyer adelante.

Nos asignaron una de los lugares más amplios para sentarnos, estaba al fondo del lugar.

—Con que señorita Meyer

—Oooh, cállate. Mi familia es cliente de este restaurante desde hace años. Me conocen bien, de hecho, desde que nací.

—Debe de ser genial, digo nos atendieron rápido a pesar de la multitud de gente.

—Por eso se hace reservación, mira ya vienen los chicos. —Venían todos bastante contentos, a excepción de Rose que tenía mala cara como la última vez que la vi.

—¡Chicago! —gritó con emoción Logan.

—Hola Logan. —Sonreí, el mostró sus dientes.

—Vamos a volver a lo mismo Logan —exclamó Layla— Por favor no, te lo ruego.

—Que amargada, yo solo quiero ser amigo de Julie— Ellos siguieron peleando mientras los demás se sentaban, a mi lado quedó Rose y Nathaniel.

—Hola Jules, cuanto tiempo sin verte —dijo Nathaniel

Una Noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora