La gran sala del castillo resplandecía con luces danzantes y risas, mientras los invitados, ataviados con máscaras elaboradas, se movían al compás de la música. Jareth, con su porte elegante y su aura magnética, tomó a Sarah del brazo, conduciéndola por la pista de baile con una confianza que desbordaba.
—Vamos, mi reina, ¡es hora de mostrarles quiénes somos! —dijo Jareth, guiándola con un gesto dramático hacia el centro de la pista. Sarah no pudo evitar reír ante su exagerada teatralidad.
—¿Quién dice que soy tu reina? —replicó Sarah, divertida, mientras el resto de los invitados comenzaba a girar a su alrededor.
—El destino y esta fiesta. Además, estoy convencido de que ganaré el premio a la pareja más elegante esta noche. ¡Y tú serás la joya que me impulse a la victoria! —Jareth proclamó, haciendo una reverencia exagerada.
Mientras tanto, en una esquina, Andy y Kahe se encontraban en un rincón más apartado de la pista. La música suave creaba un ambiente perfecto para ellos. Ambos estaban tan absortos el uno en el otro que parecían ignorar el mundo a su alrededor.
—No puedo creer que estemos aquí, bailando juntos —dijo Andy, acercándose a Kahe mientras sus cuerpos se movían al ritmo de la melodía. Sus miradas se encontraron, llenas de complicidad y deseo.
—Tú siempre supiste que este momento llegaría —respondió Kahe, con una sonrisa que iluminaba su rostro—. Siempre estuviste destinado a ser parte de mi vida.
Andy, sintiendo que la conexión entre ellos crecía más fuerte, se inclinó y la besó suavemente. El beso fue como un suave fuego, y ambos se perdieron en ese instante, ajenos a la fiesta que giraba a su alrededor.
De vuelta en la pista, Jareth estaba en su mejor forma. Intentando impresionar a Sarah, comenzó a realizar movimientos de baile extravagantes y exagerados. Sus pasos eran tan grandiosos que atraían la atención de todos.
—¡Mira mis movimientos de goblin! —gritó mientras hacía un giro dramático, casi chocando con una pareja que pasaba. Sarah se cubrió la boca para ahogar una risa.
—¡Cuidado, Jareth!, no quiero pasar vergüenza—exclamó entre risas.
—¿Vergüenza? ¡No existe tal cosa en el reino de Fantasía! —dijo Jareth, levantando los brazos en un gesto triunfante.
Mientras tanto, Andy y Kahe se giraron para observar el espectáculo. La risa de Sarah era contagiosa, y Andy no pudo evitar soltar una carcajada al ver a Jareth haciendo piruetas.
—Parece que tu amigo goblin tiene una forma bastante... única de bailar —comentó Andy, disfrutando del momento.
—Es parte de su encanto. Jareth es un maestro en hacer el ridículo, pero eso es lo que lo hace especial —respondió Kahe, sonriendo mientras su mirada se dirigía de nuevo hacia Jareth.
Al final, Jareth, en un intento por realizar un movimiento espectacular, perdió el equilibrio y, en un giro torpe, terminó en el suelo. La sala estalló en risas, y Sarah no pudo contenerse, riendo a carcajadas.
—¡Jareth! ¿Estás bien? —preguntó Sarah, preocupada y divertida a la vez.
—¡Perfectamente bien, solo practicando el arte del... aterrizaje elegante! —respondió él, levantándose con una sonrisa traviesa, aunque su cara mostraba un toque de rubor.
Sarah, aún riendo, se acercó a él.
—Quizás deberías considerar un estilo de baile menos arriesgado, ¿no crees? —sugirió, tratando de recuperar el aliento.
—Nunca, querida Sarah. ¡El riesgo es parte de la diversión! —dijo Jareth, tomando su mano y llevándola nuevamente al centro de la pista.
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La Sombra del Laberinto: La Historia del Cristal Negro Encantado
FantasyEn el reino de Fantasía, la Nada avanzaba rápidamente, devorando todo a su paso. La Emperatriz Kahe, la joven y hermosa gobernante, había caído enferma. Su salud dependía de un cristal roto, cuyas piezas estaban dispersas. Andy, un joven guerrero de...