El resplandor de la magia aún flotaba en el aire cuando Andy y Kahe se encontraron entre los cristales rotos de la esfera. La emoción de la victoria y la liberación llenaban el ambiente, y sin poder contenerse, se miraron a los ojos con una intensidad abrumadora.
—No puedo creer que esto esté sucediendo —dijo Andy, acercándose a ella, sus manos rozando suavemente su rostro.
—Es como un sueño, pero más real que nunca —respondió Kahe, sonriendo mientras sus corazones latían al unísono.
Sin más palabras, se abrazaron, sintiendo el calor del otro, el mundo exterior desapareciendo en un instante. Andy inclinó su cabeza, buscando sus labios. Cuando sus bocas finalmente se encontraron, el beso fue dulce y apasionado.
Kahe cerró los ojos, dejándose llevar por la calidez de sus abrazos. Sus manos se deslizaron por la espalda de Andy, atrayéndolo más cerca. Él respondió con un profundo suspiro, disfrutando de la forma en que sus cuerpos se movían al ritmo de su amor.
—Nunca pensé que podría sentir algo tan intenso —dijo Andy entre besos, su voz baja y cargada de emoción—. Eres todo lo que he deseado.
—Y tú eres mi salvación, Andy —susurró Kahe, sus labios rozando los de él una vez más—. Estoy tan agradecida de tenerte aquí, de compartir esto contigo.
Mientras pisaban los fragmentos de la esfera, los cristales brillaban como estrellas caídas. Cada paso era un recordatorio de lo que habían superado, de la magia que aún residía en ellos. El ambiente estaba impregnado de un aire de renovación y esperanza, como si el mundo mismo celebrara su amor.
A lo lejos, Jareth observó con alegría cómo Lucero relinchaba y galopaba hacia él, el brillo de la vida en sus ojos.
—¡Lucero! —gritó Jareth, su voz resonando con una mezcla de asombro y felicidad.
El caballo se acercó rápidamente, y Jareth corrió hacia él, dejando atrás todo rastro de tristeza. Cuando finalmente lo abrazó, las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, de pura alegría.
—¡Estás vivo! —dijo Jareth, sintiendo la suavidad del pelaje de Lucero contra su rostro—. Nunca te dejaré ir otra vez.
Lucero relinchó, como si comprendiera cada palabra, y apoyó su cabeza contra el pecho de Jareth.
—Siempre he estado contigo, Jareth. Gracias por no rendirte —respondió Lucero, su voz resonando en su mente.
Mientras Jareth se aferraba a su fiel amigo, Kahe y Andy se detuvieron, sintiendo la emoción en el aire. El amor que compartían, el reencuentro entre Jareth y Lucero, todo parecía entrelazarse en una sinfonía perfecta.
Finalmente, después de momentos de risa y lágrimas, Andy se volvió hacia Kahe.
—¿Te das cuenta de que hemos encontrado algo más grande que nosotros? —dijo, acariciando su mejilla con ternura.
—Sí —respondió Kahe, sus ojos brillando—. Lo hemos encontrado juntos, y eso es lo más hermoso.
Se besaron de nuevo, profundizando en su conexión, dejando que el mundo a su alrededor se desvaneciera mientras el amor que compartían iluminaba la oscuridad. En ese instante, no había dudas, solo el poder de su unión, y la promesa de un futuro lleno de magia y esperanza.
Mientras la magia de la esfera se desvanecía, la bruja Aradia Malina se encontraba en un rincón oscuro de su castillo, desolada por su derrota. Pero en medio de su desesperación, una figura conocida emergió de las sombras. Era el campesino al que había transformado en sapo, pero ahora estaba de pie ante ella como un hombre, robusto y lleno de vida.
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La Sombra del Laberinto: La Historia del Cristal Negro Encantado
FantasyEn el reino de Fantasía, la Nada avanzaba rápidamente, devorando todo a su paso. La Emperatriz Kahe, la joven y hermosa gobernante, había caído enferma. Su salud dependía de un cristal roto, cuyas piezas estaban dispersas. Andy, un joven guerrero de...