En el jardín del castillo de Andy, el sol brillaba sobre las flores vibrantes, y el aire estaba lleno de risas infantiles. Una niña de cabello negro como la noche corría entre los arbustos, sus ojos brillando en un verde profundo y azul, mientras que su hermano, un niño de cabello rubio y ojos marrones y azules, la seguía de cerca, riendo con alegría.
"¡Atrápame si puedes!" gritó la niña, haciendo una pirueta antes de volver a correr. Sus orejas puntiagudas se movían al compás de su risa, mostrando su herencia única.
Kahe, que había estado observando desde una sombra cercana, sonrió al ver a los niños jugar. Se agachó a su altura, su corazón llenándose de amor. "¿Qué están haciendo, pequeños traviesos?" preguntó, una sonrisa juguetona en su rostro.
La niña se detuvo y le sonrió, su rostro radiante. "¡Estamos jugando a ser aventureros! Vamos a encontrar tesoros escondidos en el jardín."
El niño, con su cabello rubio brillante, añadió emocionado: "¡Sí! Y tú puedes ser nuestra capitana, Kahe. Necesitamos a alguien valiente."
Kahe se rió suavemente, disfrutando del momento. "¿Valiente, eh? Entonces, ¿qué tesoro buscan exactamente?"
"¡Un cristal mágico que brilla más que el sol!" exclamó la niña, mientras sus ojos se iluminaban con la emoción de la aventura.
Justo en ese momento, Jareth apareció desde la entrada del castillo, observando la escena con una mezcla de orgullo y ternura. "¿Qué tesoro están buscando, mi pequeña aventurera?" preguntó, acercándose con una sonrisa.
La niña giró rápidamente y corrió hacia él, abrazándolo con fuerza. "¡Papá! Vamos a encontrar un cristal mágico. ¿Tú puedes ayudarnos?"
Jareth se inclinó y la levantó, riendo. "Por supuesto, pero primero, necesitamos un mapa. ¿Dónde está el mapa de nuestro tesoro?"
El niño se acercó, tratando de parecer serio, aunque la sonrisa en su rostro lo delataba. "No tenemos uno, pero podemos dibujar uno. ¡Papá, dibuja uno tú!"
"¡Yo también quiero ayudar!" gritó la niña, animada.
Jareth se sintió abrumado por la alegría. "Está bien, haremos un mapa juntos." Se puso en cuclillas para unirse a ellos, y juntos empezaron a trazar líneas en el suelo, riendo mientras dibujaban su mapa de aventuras.
Mientras tanto, Kahe observaba, sintiendo que la familia crecía con cada risita y cada momento compartido. Era un nuevo comienzo en Fantasía, y el amor que Jareth y Sarah habían cultivado florecía en sus hijos, quienes ya prometían ser los aventureros del mañana.
Todo era perfecto en ese instante, en el jardín del castillo, donde los sueños tomaban forma y la magia de la vida continuaba tejiendo su historia.
"Oh, Kahe, ¿de cuántos meses estás?" preguntó Sarah, sonriendo mientras acariciaba suavemente la barriga de Kahe, su rostro iluminado por una mezcla de alegría y sorpresa.
Kahe sonrió, un poco tímida, y miró hacia abajo, sintiendo el pequeño movimiento dentro de ella. "Creo que ya estoy en el cuarto mes," respondió, su voz llena de emoción. "Es... es increíble."
Sarah se inclinó un poco más cerca, sus ojos brillando. "No puedo creerlo. ¡Vas a ser madre! ¿Y Andy? ¿Cómo se siente al respecto?"
Kahe soltó una risa suave. "Al principio estaba un poco asustado, pero ahora está emocionado. Dice que quiere ser el mejor padre del mundo."
"¡Por supuesto que lo será!" exclamó Sarah, emocionada. "Te hará compañía en todas esas noches sin dormir." Ambas mujeres rieron, compartiendo la complicidad de la maternidad.
"Y tú, ¿qué hay de ti y Jareth? ¿Cómo se siente ser mamá de dos pequeños aventureros?" preguntó Kahe, su mirada curiosa.
Sarah sonrió al recordar los días de juegos y risas. "Es maravilloso, pero también desafiante. Cada día es una nueva aventura, y a veces me siento abrumada. Pero cuando veo sus sonrisas, todo lo demás desaparece."
"Esas son las cosas que realmente importan," dijo Kahe, mirando a los niños que jugaban cerca, riendo mientras trazaban su mapa. "Estamos construyendo nuestro propio mundo aquí, lleno de amor y risas."
"Sí," asintió Sarah. "Y me alegra saber que nuestras familias están creciendo juntas. ¡Esto es solo el comienzo!"
En ese momento, Jareth se acercó, interrumpiendo la conversación con una sonrisa despreocupada. "¿De qué están hablando tan emocionadamente?"
"De ser madres," respondió Sarah, mirándolo con complicidad. "Kahe está esperando un bebé."
Jareth se quedó boquiabierto por un momento, luego su rostro se iluminó con una sonrisa. "¡Eso es maravilloso! ¡Felicitaciones, Kahe!"
Kahe sonrió tímidamente. "Gracias, Jareth. Estoy un poco nerviosa, pero también muy emocionada."
"Te irá genial," aseguró Jareth. "Y siempre tendrás a Andy y a mí para ayudarte. No estás sola en esto."
El niño, de cabello negro como Andy y ojos azules brillantes, se acercó con pasos curiosos. Miró a Kahe con una expresión de asombro, como si estuviera descubriendo un pequeño secreto. Se agachó un poco para estar a la altura del vientre de su madre, sus ojos grandes reflejando inocencia y ternura.
"Mamá," dijo, con la voz suave y un tono de curiosidad genuina. "¿Hay un bebé ahí dentro?"
Kahe sonrió con dulzura, sintiendo su corazón llenarse de amor. "Sí, cariño. Hay un bebé que está creciendo y pronto podrás conocerlo."
El niño frunció el ceño, pensativo. "¿Cuándo va a salir? ¿Va a jugar conmigo?"
Kahe se inclinó hacia él, acariciándole el cabello. "Cuando esté listo, sí. Y podrá jugar contigo."
"¡Quiero que sea un aventurero como yo!" exclamó el niño, sus ojos brillando con emoción. "Podremos explorar juntos."
Sarah no pudo evitar sonreír ante la adorabilidad del momento. "Seguro que sí. Serán los mejores amigos."
El niño sonrió ampliamente, claramente emocionado por la idea. Luego, alzó la vista hacia Kahe, su expresión llena de adoración. "Mamá, eres la mejor. No puedo esperar para conocer a mi hermanito."
Kahe sintió una oleada de emoción en su pecho, y las palabras de su hijo resonaron en su corazón. "Y tú serás el mejor hermano del mundo," dijo, dándole un abrazo cálido.
El día del parto llegó con una suave luz dorada que iluminaba el castillo. Kahe, rodeada de amor y apoyo, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. Sarah estaba a su lado, sosteniendo su mano mientras Andy se movía por la habitación, lleno de ansiedad y felicidad.
Finalmente, tras momentos de esfuerzo y alaridos de alegría, el llanto de un bebé llenó el aire. Kahe, aún con la piel perlada de sudor, sonrió al recibir a su pequeña en sus brazos.
"Es una niña," dijo Sarah, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. La pequeña tenía cabello blanco como la luna y unos ojos grandes que reflejaban la pureza de su madre.
"¡Es hermosa!" exclamó Andy, acercándose para ver a su hija. "¿Qué nombre le pondremos?"
Kahe, mirando a la pequeña con ternura, sonrió. "La llamaré Lira. Porque trae música y alegría a nuestras vidas."
"Lira," repitió Andy, encantado. "Es perfecto."
La niña, con su cabello blanco y ojos que brillaban con curiosidad, emitió un pequeño llanto, como si supiera que era el centro de atención. Kahe la acurrucó contra su pecho, sintiendo un amor indescriptible.
Sarah observó la escena con una sonrisa, sabiendo que este nuevo capítulo en la vida de Kahe y Andy solo traería más luz y amor a su mundo. "Bienvenida a Fantasía, Lira," murmuró, como si la niña pudiera entenderla.
La vida en el castillo nunca volvería a ser la misma, y cada día sería una nueva aventura. Con la llegada de Lira, el lazo entre las familias se fortalecía, y el futuro prometía ser brillante.
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La Sombra del Laberinto: La Historia del Cristal Negro Encantado
FantasyEn el reino de Fantasía, la Nada avanzaba rápidamente, devorando todo a su paso. La Emperatriz Kahe, la joven y hermosa gobernante, había caído enferma. Su salud dependía de un cristal roto, cuyas piezas estaban dispersas. Andy, un joven guerrero de...