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Mysterion es un superhéroe real, vivo. El único que he conocido. Lo admiraba mucho y estaba orgulloso de ser su compañero... Aunque la terminología dejaba mucho que desear. De todas formas, estaba agradecido por mi papel.
Una noche estábamos en una misión y nos quedamos atrapados escondidos en un armario de suministros estrecho.
Estaba apretado contra mí y, por primera vez, podía sentir cómo se sentía su cuerpo. Sabía que estaba en forma, pero se sentía tan musculoso que apenas podía soportarlo. Aparentemente, no era solo yo. Mientras su aliento caliente caía sobre mi cuello, podía sentir su erección presionando mi muslo.
Me arriesgué y lo besé.
Me empujó la espalda contra la pared y mientras su lengua y la mía se deslizaban una sobre la otra, tiramos y jalamos de nuestra ropa hasta que tuvimos todo lo que necesitábamos a nuestra disposición. Levantó mi pierna y empujó dentro de mí. Jadeé con fuerza cuando él se apretó dentro.
Mysterion gimió en mi oído mientras penetraba tan profundamente como mi cuerpo le permitía. Se sentía tan grande que apenas podía soportarlo.
Sus caderas comenzaron a moverse dentro de mí y gemí cuando su enorme polla fue empujada dentro de mi delicado centro.
Me tapó la boca con su mano enguantada mientras aumentaba el ritmo. Gemí en su palma mientras él continuaba inyectándome puro placer una y otra vez.
Dios, nunca había sentido algo así antes. Estaba tocando mi punto dulce tan deliciosamente que temí babear sobre su guante.
Puse los ojos en blanco y todos mis músculos se tensaron más de lo que jamás creí posible. Empujé un gemido fuerte y tembloroso en su mano mientras todo el éxtasis que había estado introduciendo en mí me invadía por completo. Las suaves y cálidas paredes dentro de mi núcleo se cerraron a su alrededor y lo sujetaron con fuerza, como si lo necesitara para vivir.
Las caderas de Mysterion se movieron hacia mí y un gruñido bajo y tembloroso salió de él. Su pene latía intensamente y parecía que me estiraba aún más con cada chorro caliente y pegajoso.
Jadeó mientras su mano se deslizaba lejos de mi boca y me atraía hacia otro beso.
Desde entonces nunca volví a ser sólo su compañero.
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