¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Michael y yo no llevábamos mucho tiempo juntos, pero yo estaba loca por él. Estábamos en un club gótico y me arrastró hasta el baño. Cerró la puerta con llave y me dedicó una sonrisa diabólica.
Me acercó y acercó su boca a mi oído. "No puedo creer que usaras eso".
—Pareces una puta —tiró de mis pantalones cortos antes de agarrarme la cadera—. Sabes lo que les pasa a las pequeñas putas como tú, ¿verdad?
No me sorprendió cuando empezó a empujarme hasta ponerme de rodillas. Sabía lo que tenía que hacer.
Mis rodillas golpearon el suelo frío y duro y me estremecí.
Le desabroché el cinturón, le desabroché y bajé la cremallera de los pantalones y los bajé hasta los muslos.
Estaba hinchado y perdía tanto líquido preseminal que me pregunté cuánto tiempo había estado esperando este momento.
Michael agarró un puñado de mi cabello con una mano y usó la otra para frotar la punta goteante de su pene sobre mis labios. Abrí la boca y él empujó hacia adentro.
Lo miré y él sonrió con sorna antes de penetrar con fuerza la suave carne del fondo de mi garganta. Hice una mueca y gemí sobre su pene cuando empezó a follarme la cara.
Gimió en voz alta, sin siquiera intentar callarse: "Usa tu lengua. Actúa como si fueras buena para algo".
Intenté usar mi lengua y moverme con sus embestidas. La baba y el líquido preseminal se acumulaban en mi boca y me caían por la barbilla.
Mis ojos comenzaron a lagrimear y supe que todo detrás de mis dientes iba a estar amoratado y dolorido cuando termináramos.
—Eres tan patético, ni siquiera estoy siendo tan duro contigo —gimió Michael mientras se empujaba hacia mi garganta y se mantenía allí, su polla se contraía mientras yo tenía arcadas.
Empezó a mover las caderas de nuevo, más rápido, más rápido, más fuerte.
Mis ojos se pusieron en blanco y mientras intentaba desesperadamente dejar de tener arcadas y simplemente respirar por la nariz,
Tiró fuerte de mi cabello y se enterró en mí tan profundamente como mi cuerpo lo permitió.
—Joder, eres una putita tan buena —gruñó—. Te lo has ganado, joder.
Un gemido fuerte y estremecedor salió de Michael. Su pene palpitaba en mi boca y escupía chorros calientes y salados en el fondo de mi garganta. Había tanto, que rápidamente se acumuló en el resto de mi boca y se hundió. Luché por tragar y él gimió cuando sintió que mi garganta se cerraba a su alrededor.
Me soltó el pelo y se apartó, alejándose de mí. Jadeé y tragué saliva. Luché por ponerme de pie, pero él no me ayudó. Tenía las rodillas magulladas y me dolía todo detrás de los dientes.
Abrió la puerta y volvimos a beber con sus amigos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
