¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
~~~~~~
Realmente había sido el día más largo que jamás hayas tenido.
Cuando te despertaste esta mañana e intentaste levantarte de la cama, tus piernas se enredaron en las mantas y terminaste cayéndote del colchón al frío piso de madera.
Cuando bajaste a prepararte café, preparaste una cafetera sin añadir café molido. Luego, te diste cuenta de que no tenías café y te quemaste la mano con la cafetera cuando fuiste a verter el agua hirviendo.
Y el último clavo en el ataúd llegó un poco más tarde, cuando intentabas sentarte con un vaso de agua y un tentempié para hacer algunos de tus deberes. Te moviste en la dirección equivocada y derramaste el tentempié por todo el suelo. Dejaste el portátil a un lado, te levantaste, pero el vaso lleno de agua se derramó sobre el dispositivo, quemó por completo la placa base y perdió todo tu progreso.
De pie en la sala de estar durante un minuto, inhalaste lentamente, el estrés desbordándose hasta el límite de tu tolerancia emocional. Caminaste con calma hacia la cocina, tomaste algunas toallas de papel y la escoba, tratando de limpiar el desorden en la sala de estar antes de perder los estribos.
Después de ordenar el desorden, apagaste las luces de la mitad inferior de la casa. No estabas teniendo un buen día y lo único que querías hacer era acurrucarte en tu cama y dormir el resto del día. Subiste las escaleras con dificultad hacia tu dormitorio, resoplaste mientras abrías la puerta de golpe sin contemplaciones, el pomo rebotó contra la pared y casi te golpeó en la cara. Como ya no querías lidiar con la ira, suspiraste profundamente una vez más, entraste y golpeaste al infractor de madera detrás de ti.
Te metiste en la cama y te dejaste caer, con los brazos y las piernas abiertos y la cara apoyada en la almohada. Aún podías echarte una siesta, pero era tan tarde que, si lo hacías, sabías que te quedarías despierta la mitad de la noche intentando dormir. Sin contemplaciones, te diste la vuelta y quedaste boca arriba, resoplaste en voz alta mientras mirabas el techo. Perdida en tu propio hedor mental, no oíste que la puerta del dormitorio se abría suavemente y que tu novio asomaba la cabeza para ver por qué habías cerrado de golpe la puerta.
Al ver la pequeña rabieta que decidiste tener, Pete entró en la habitación, cerró la puerta detrás de él antes de dirigirse a la cama. Cuando su cabello rojo y negro apareció a la vista, le ofreciste al hombre una débil sonrisa, acercándote para que pudiera sentarse en la cama a tu lado. "¿Qué te tiene enojado?", preguntó sin rodeos, apoyando una mano en tu muslo mientras suspirabas profundamente. "Literalmente, nada está saliendo como quiero. Me caí de la cama esta mañana, intenté hacer café, pero no puse los posos, solo para descubrir que ni siquiera tenemos café, luego derramé agua sobre mi computadora portátil y quemé los circuitos, y solo ha sido una cosa tras otra hoy ", te quejaste, sintiéndote como si estuvieras con ganas de llorar.
Pete frunció el ceño y su labio inferior sobresalió en un gesto de comprensión mientras te escuchaba, con el corazón roto por tus desafortunados dilemas. —Mi pobre paloma —murmuró suavemente, inclinándose para darte un beso en la frente—, ¿puedo hacer que te sientas mejor de alguna manera? Ante la oferta, sacudiste la cabeza y volteaste para mirar a tu amante. —No lo creo... En realidad, solo quiero echarme una siesta, pero es demasiado tarde para intentarlo —hiciste pucheros y levantaste la mano para entrelazar los dedos con los suyos. Pete te miró fijamente por un momento, devanándose los sesos en busca de algo que pudiera hacer para hacerte sentir mejor.
