Capitulo 3.

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Gala no podía dejar de pensar en la manera en que Karime se había quedado mirando a ese punto fijo durante el desayuno. Había algo en su expresión, algo que le inquietaba, pero no sabía por qué. Aunque intentaba distraerse con la conversación de los demás, no podía sacar de su mente esa imagen.

Cuando Karime terminó de desayunar, se levantó y, sin decir mucho, se dirigió al jardín para ir al gimnasio. Gala, después de unos minutos, decidió seguirla, sintiéndose intrigada. Había algo en ella que la atraía, aunque no podía explicarlo.

Al llegar al gimnasio, Karime ya estaba preparándose para comenzar su rutina. La atmósfera era tranquila, pero la tensión entre ambas era palpable. Karime, en un intento por mejorar el ambiente, trató de hacerle plática a Gala, esperando que por una vez las cosas no fueran tan incómodas entre ellas.

—¿Vienes a entrenar también? —preguntó Karime, con una sonrisa tímida, mientras estiraba los brazos.

Gala, incómoda y confundida, solo se encogió de hombros, evitando el contacto visual. —No sé ni qué hago aquí, para ser honesta —respondió de forma cortante, su tono lleno de frustración.

Karime se quedó quieta, su sonrisa desvaneciéndose lentamente. No entendía por qué Gala siempre la trataba de esa manera. Parecía que por momentos se llevaban bien, pero luego, de la nada, todo volvía a ese ciclo de frialdad.

—Ah, bueno... —dijo Karime, intentando mantener la calma—. No tienes que quedarte si no quieres.

Gala la miró por un segundo, con una mezcla de molestia y confusión, antes de salir del gimnasio sin decir una palabra más. Karime se quedó ahí, observando cómo se alejaba, sintiendo que no importaba lo que hiciera, siempre había una pared entre ellas.

Suspiró y decidió concentrarse en su entrenamiento, aunque la actitud de Gala seguía pesando en su mente. Mientras levantaba las pesas, no podía evitar preguntarse qué estaba pasando realmente con ella y por qué era tan difícil siquiera mantener una conversación normal.

Los días pasaban y Gala seguía con su comportamiento errático. Cada vez que estaba cerca de Karime, su actitud empeoraba, como si estuviera lidiando con una mezcla de emociones que no sabía controlar. Karime, por su parte, ya había decidido que no se dejaría afectar. Cada vez que Gala le lanzaba una mala mirada o le respondía de forma cortante, ella simplemente la ignoraba, enfocándose en estar bien consigo misma y con Briggite, quien siempre estaba para apoyarla.

Una tarde, después de una comida tranquila, Karime y Briggite salieron al jardín a relajarse. Se recostaron juntas en el pasto, abrazadas, conversando y riéndose de cualquier cosa que les pasara por la mente. Briggite sabía cómo sacarle sonrisas a Karime, y ambas disfrutaban de ese momento de complicidad.

—¿Sabes? —dijo Karime riéndose—, creo que si no fuera por ti, ya habría explotado con todo lo que pasa aquí.

—Ya lo sé, por eso estoy aquí para mantenerte cuerda —respondió Briggite con una sonrisa, abrazándola más fuerte.

Mientras seguían hablando y riendo, Gala salió al jardín. La imagen de Karime y Briggite abrazadas, tan cercanas, la detuvo en seco. Una punzada de celos la recorrió al verlas tan cómodas la una con la otra. Se quedó parada, observándolas desde la distancia, sintiendo cómo la incomodidad crecía dentro de ella.

No sabía por qué se sentía tan afectada al verlas así, pero había algo que la enfurecía, algo que no quería reconocer. Su mal carácter se había vuelto su forma de escudo, pero ahora, viendo a Karime feliz y relajada con Briggite, no pudo evitar sentir que estaba perdiendo algo.

Karime, al notar la presencia de Gala, no hizo ningún esfuerzo por saludarla o siquiera mirarla. Se quedó concentrada en la conversación con Briggite, como si Gala no estuviera ahí. Esa indiferencia dolió más de lo que Gala esperaba, y antes de que pudiera controlarse, dio media vuelta y regresó a la casa, sintiendo que no podía quedarse a verlas más tiempo.

Rivalidad y amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora