Mis ojos cruzan los suyos, tan claros que podríamos confundirlos con los de un ángel...pero el hombre que se encuentra a tres mesas de distancia sentado delante de un hombre imponente también, con las piernas separadas y las manos encima de sus muslos, una posición de un rey...un poderoso rey y sobre todo peligroso no tiene nada qué podría tener un angel, absolutamente nada.
Ahora que me doy cuenta, tiene el mismo azul que la pantera.
Mi hermana no se da cuenta, ni siquiera me mira . Está muy concentrada a hablar con el italiano. Dejo el café encima de la mesa lentamente sin despegar la mirada de los ojos del Diavolo por miedo a perderlo de vista y aparezca delante mía estrangulándome.
—He..hermana- la llamo mientras los ojos profundos de ese hombre suspiran cada parte de mi alma sin piedad, pero Guilda no me escucha- voy al baño-susurro, necesito desaparecer de su vista aunque sea durante unos segundo, no puedo soportar su enferma mirada
Me levanto intentando parecer natural pero fracaso y casi me tropiezo, unos brazos impiden que me tropiece. Subo la mirada, con una pequeña sonrisa y ojos oscuros el hombre me mira a los ojos.
—M..muchas gracias- agradezco despegándome de él
—No hay de qué- analiza mi vestimenta antes de añadir- Nicolas- me tiende su mano qué acepto sintiendo una mirada penetrante agredirme
—Ada- sonrio quitando mi mano de su suave tacto, parece un hombre tan normal...algo qué no estoy acostumbrada a ver.
Su altura es normal al igual que su cuerpo nada imponente y su mirada es muy dulce al contrario de los hombres qué me rodean todos los días.
Sobre todo comparado a él.
—Bonito no...-su voz amigable es interrumpida por una bala que penetra exactamente su pecho izquierdo, su corazón.
A partir de ese momento el café se llena de gritos y alboroto pero no me muevo de mi lugar se quién ha hecho esto, solo alguien profesional podría disparar en el corazón con tanta facilidad y precisión.
Me agacho y toco la herida de Nicolas llenando mis manos temblorosas con sangre al igual qué mi rostro manchado de gotas de sangre.
—¡Ada!- grita mi hermana sacudiéndome- no te ha pasado nada, ¿verdad?
—Señoras tenemos qué salir de aquí- se apresura a decir uno de los guardias que nos rodean para protegernos de alguna futura bala qué se qué no llegara
Me levanto decidida y me doy la vuelta, sigue sentado el desgraciado pero esta vez una sonrisa adorna su rostro.
Una maldita sonrisa macabra y espeluznante pero hermosa.
Me acerco a mi bolso y cojo la pistola de oro rosa con los guardias detrás y mi hermana quién me susurra varias advertencias que ignoro. Con pasos seguros me acerco a los dos hombres muy parecidos pero los ojos del más joven son verdes oscuros a diferencia de su hermano mayor quién no para de recorrer mi cuerpo con sus malditos ojos.
Los dos Diavolo.
Sonrio antes de apuntarle con la pistola en la frente. Inmediatamente mis guardias y los suyos se apuntan con las pistolas y metralletas aumentando la tensión en el café ahora vacío. Aún sentado parece enorme, pero no se mueve solo me desafía con la mirada.
—Casey Diavolo- pronuncio con determinación, inmediatamente escucho susurros de los guardias y siento el cuerpo de mi hermana temblar
—No te atrevas- amenaza manteniendo su calma, su tono autoritario y firme provocan escalofríos que recorren cada particula de mi piel qué prefiero ignorar.