Hace una puta hora exactamente que Matteo interrumpió en mi despacho como una bestia maldiciendo y murmurando todo tipo de insultos.
Sentado frente a mi moviendo el muslo con rapidez e ira.
No le pregunto lo qué pasa. Me lo dirá. Pero primero debe calmarse y le daré el tiempo que necesite.
No más de un minuto.
Llevo el cigarro puro a mi boca, suspiro la sustancia tóxica antes de soltar el humo en círculos de mi boca moviendo el dedo índice con la mano libre sin despegar la mirada de Matteo.
-Jack y su mujer van a venir- escupe cerrando los puños mientras las palabras salen de su boca
Apago el cigarro con fuerza sobre el cenicero negro en forma de cuerno de diablo.
Jack, mierda.
Nuestro hermano mayor, una de las personas más odiosas en este mundo sin contarme. Lo odio, tanto que me es imposible verle la cara sin lastimarlo. La última vez que lo vi fue cuando pasó el incidente en el hospital psiquiátrico donde me quedaba.
En realidad no fue un accidente.
Venia a menudo a verme para restregarme en la cara mi locura, aunque después se disculpó unos días antes de que vaya a la maldita isla, sus palabras siguen grabadas en mi mente.
Es el mayor de todos debe de tener unos treinta y algo, tiene su pequeña familia y viene raramente aquí, creo, según lo que me dijo Luca. Poco me importa.
A diferencia de nosotros dirige dos de las empresas de nuestro padre, nunca quiso meterse en el crimen organizado y mucho menos formar parte de la mafia.
Claro para Luca era una vergüenza y lo envío lejos donde formó su familia lejos de toda esta mierda. Yo tomé su lugar, siempre fui entrenado para esto desde que papá vio mi nivel y el desinterés de Jack en cuanto a sus negocios desde pequeño.
Ahora yo soy el futuro Capo.
Por el momento preferí ser el caporegime, el capitán que supervisa a nuestros grupos de soldados. Y al mismo tiempo soy el underboss. Claro, papá odia eso porque "no tengo tiempo" de ser las dos cosas al mismo tiempo pero me importa una mierda.
Los soldados aguantarán las torturas mejor si son entrenados por mi.
-¿Traerá a sus crías?- pregunto leyendo unos documentos del transporte de armas
Matteo suelta una risa ante mi forma de llamar a sus hijos.
-Solo tiene un hijo Casey creo que se llama Cristian- informa encendiendo un cigarro que apesta la marihuana
Ruedo los ojos sin parar de mover de arriba a abajo mi índice lentamente. Cojo el bolígrafo para firmar el documento que permitirá el transporte de las armas hacia Francia y lo devuelvo a la carpeta.