CAPÍTULO 30

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Ya ha pasado una semana

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Ya ha pasado una semana. Tal vez unos días más. Días que pasé a buscar el culpable del ataque en el restaurante, los encontré y los torturé.

¿Sé quién los envió? No, no lo sé y eso me saca de mi autocontrol, de mi objetivo. No sé quién porque Matteo los mató, el hijo de puta. No pude matarlos o extraer cualquier tipo de información porque tenía una maldita reunión con los alemanes de mierda y a mi hermano se le acabó la paciencia así que puso fin a sus vidas. Vidas que eran valiosas para mí en ese momento.

-Vamos hermano son cosas que pasan, ya me he disculpado cosa que no hago nunca tenlo en cuenta- me señala con el dedo medio borracho

Me remuevo en mi sillón.

-Baja el dedo- ordeno con autoridad- sigo sin saber porque estás en mi despacho medio borracho

-Porque papá me ha jodido por traer a una puta a casa ¿te lo puedes creer?- pregunta, al no recibir ningún tipo de respuesta añade- empezó otra vez a compararme a ti, ¡pero es mi habitación!- exclama- ¡traigo a quien me de la gana joder!

Cierro la carpeta con los detalles de la última entrega de drogas. Hablando de drogas, tengo que hablar con mi primo que se atrevió a robar a los alemanes Justo antes de la reunión que tenía con ellos y me jodieron el día. Al diablo la familia, ¿como carajos he caído en una familia tan jodidamente idiota?

-Matteo sal de aquí

Me mira con los ojos entrecerrados.

-Estoy abriendo mi corazón y ¿me echas?- pregunta incrédulo

-Exactamente- respondo con calma- tu commence vraiment à me casser les couilles(realmente estás empezando a romperme las pelotas)

Dejo la botella de vodka después de haber llenado medio vaso y lo bebo de un trago cerrando los ojos.

-Me duelen tus palabras- declara ofendido

-Sal Matteo, no soy un psicólogo

-En realidad creo que necesito más un psiquiatra

-Matteo- advierto cruelmente abriendo los ojos

Este hombre tiene el talento de acabar con el miligramo de paciencia que me otorgaron cuando Isabelle me parió. Matteo se levanta y justo cuando sale hago lo mismo para ir a dormir.

Al día siguiente a las cinco de la mañana me encuentro en el terreno donde entreno a los soldados. Doy pasos calculados y lentos verificando si todos están aquí, forman una línea mirando fríamente al frente.

Sigo caminando pero esta vez silbando con las manos juntas detrás de mi espalda hasta llegar al último, o eso creyeron.

-¿Donde está Miguel?- pregunto dándoles la espalda

Nadie responde por unos largos segundos. Esperan a que uno se arme de valor y responda o no saben dónde está. Optaría por la primera opción así que me doy la vuelta escuchando unos pasos muy silenciosos acercarse.

STARS DARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora