Llevo el cigarro a mi boca esperando Ada.
Ada...hada...
Su nombre me recuerda a Afrodita, en la mitología griega, es como el encanto y la belleza de una mujer que atrae a todos a su alrededor. Su presencia es tan cautivadora que se dice que su influencia puede hechizar a aquellos que la rodean, al igual que Ada con un carisma magnético que atrae la atención de todos a su paso.
Recuerdo la noche lluviosa en la cuál mamá de habló de la mitología griega de las hadas, no la escuchaba porque no me interesaba y no me interesa pero mamá insistió, le gusta la mitología sobre todo la griega.
La pregunta es ¿por qué pienso en Ada? ¿Será por su nombre tan similar a hada? Apago el cigarro frustrado y subo la mirada cuando escucho pasos lentos y pequeños.
Mis ojos se encuentran con las lentillas marrones oscuras tan diferentes de sus ojos irreales.
Me levanto sintiendo la necesidad de unir nuestros labios, de poseer esos labios jugosos y brillantes debido al gloss, de quitarle el pijama que pone en valor sus senos y sus curvas dulces, de enredar la coleta ondulada en mis puños.
Esta jodidamente sexy, ¿la tendré así en mi cama? ¿O con menos ropa?
Suspiro sabiendo lo que le espera después de la noche de bodas y me acerco más a ella oliendo su perfume suave a fresa invadir mis fosas nasales. No es el perfume fuerte de mujer que instaura poder a su alrededor este es simplemente, Ada.
Ada la inocente pero fuerte mujer, tan dulce como lo serán sus labios. Mierda tengo que probarlos.
Sin esperárselo paso mi brazo por su cintura y junto nuestros cuerpos antes de estampar mis labios contra los suyos y mierda que está deliciosa.
Suaves y dulces con sabor a algodón dulce joder. Profundizo el beso queriendo meter mi lengua pero su boca inexperta no me lo permite.Sonrió ante su temblor y timidez.
Soy el primero en besarla. Acabo de descubrir una nueva adicción. Una muy mala
Tras un largo beso posesivo y seductor me alejo de tan solo centímetros sin soltar su labio inferior mordiéndolo como si fuera carne. Ada suelta un gemido entre dolor y sobre todo placer, sus mejillas se colorean de un rojo intenso mientras suelto su labio y busco sus ojos almendrados pero grandes que miran mi pecho sin poder subir la mirada.
Acerco mi dedo índice y subo su menton con más delicadeza de la cual creía que poseía hasta que sus ojos miran con atención los míos.
Sonrió de lado sin despegar la mirada de sus ojos, bajo la mirada hacia sus labios más rojos que antes e hinchados además de la gota de sangre que los adornan.
Vuelvo a acercar mis labios a los suyos pero no los tocan, es mi lengua la que chupa la gota de sangre y sentirla removerse tímidamente bajo mi cuerpo provocan más la erección que está apunto de estallar.