Primero me pongo el pantalón que se ajusta a mi pequeña cintura y cae hasta un poco más abajo de mis tobillos. Es un poco ancho y elegante. Tomo la blusa marrón de seda entre mis manos y me la pongo igualmente. Esta ajustada con un escote pero nada vulgar, las mangas con anchas y un lazo en forma de rosa decora mi cuello.
Me pongo unos anillos dorados, un reloj del mismo color rectángulo y unos tacones marrones. Me miro al espejo pensando en cómo tapar correctamente mis heridas. Hago una mueca cuando mis ojos ven las iniciales en mi hombro.
-Mierda- murmuro frente al espejo
Muerdo mi labio ya herido y me maquillo con sombras marrones al igual que mis labios que son una mezcla de marrón y rosa. Me recojo el cabello en un moño bajo dejando a la vista mis pendientes con una perla grande rodeada de una gruesa línea de dorado. Hace más de una semana que no me visto así, solo andaba con ropa cómoda como un suéter y un jogging.
Me levanto del tocador después de haberme echado el perfume de fresas. Me encantan las fresas. No necesito bolso así que bajo las escaleras encontrándome con el marido de mi hermana.
-Buenas noches- saludo bajando los últimos escalones bajo su fría mirada
Se contenta de asentir con la cabeza hasta que mi hermana llega a nosotros. A diferencia de mi, Guilda a optado por un vestido rosa claro y el cabello suelto.
-Me alegra verte asín Ada- dice acercándose a su marido quién rodea su cintura con su brazo musculoso
Asiento con una pequeña sonrisa y nos dirigimos a la salida. Unos minutos después estamos frente a la puerta del palacio, una sirvienta nos abre la puerta amablemente y entramos. No puedo evitar pensar en Mía y nana, me hacen tanta falta.
Los ruidos de voces graves y unas risas discretas de mujeres llenan nuestros tímpanos. Suena muy cliché, los hombres hablan en voz alta dando a conocer sus presencias mientras que las mujeres nos limitamos a callar o ser muy discretas. Me gusta ser discreta, no por ser mujer si no por que no me gusta que las miradas estén sobre mi como en el momento en el que entramos. Odio los clichés.
Primero miraron a la pareja y luego a mi, como una intrusa en medio de los italianos. No pertenezco aquí, lo sé...lo sé perfectamente. Por eso prefiero ser discreta, siento que nunca pertenecí a un grupo no por ser especial y única pero más bien por ser diferente. Diferente negativamente claro, mi carácter es tan raro según lo que siempre me repitieron. Prefiero ser invisible como lo pensé cuando era muy pequeña, ahora que lo pienso, una niña no debería de haber pensado eso de ella misma a esa edad.
Saludamos, en realidad yo me limito a asentir con la cabeza como si las palabras que salieran de mi boca serían también intrusas. Creo que no fue muy buena idea venir aquí.
-Ven- me agarra del brazo Guilda y nos acercamos a un grupo de mujeres
Reconozco a algunas cuando estudiamos por el plan el día de la gala o por la boda de mi hermana pero no sé nada sobre ellas, como ellas sobre mi. Pero me equivoco, por cómo me miran se perfectamente que saben más de mí que yo de ellas.