Alastor estaba ansioso, había logrado salir del cuarto de Lucifer con el rey colgado de su brazo sin su sombrero ni la americana ya que tenía en la agenda atender papeleo del infierno, así que no saldría del Hotel ni podría dedicarse a decorar ni trabajar en el mismo. Era agradable portar al rey del brazo bajo la mirada de todos los huéspedes, no se avergonzaba de su nueva situación sentimental. Menos después de lo vivido esa mañana.
—Entonces, ¿qué va a hacer esta mañana el demonio radiofónico? — le preguntó el rey una vez tragó, estaban juntos en la cocina acompañados de un par de huéspedes que procuraban no mirarlos demasiado.
—Tengo una reunión en una hora, después supongo que volveré al Hotel para ayudar a la princesa con sus despiadados planes de reformar almas pecadoras.
—¿De verdad no vas a comer nada? — Le preguntó un poco preocupado el rey.
—Querido, — empezó a decir, pero decidió que debía bajar el tono evitando a los curiosos — he bebido suficiente de ti para aguantar todo el día, da gracias a tu gran factor de curación.
No solamente estaba saciado, sino que la sangre de Lucifer lo ponía eufórico, cada vez que su lengua la cataba todo su cuerpo prendía en llamas y después esa energía se mantenía latente en su cuerpo. Las mejillas de Lucifer se encendieron cuando escucho a Alastor hablar de su sangre y esa tensión entre ambos que clamaba por un beso fue demasiado. Alastor se acercó al rey, dejando que fuese este quien finalmente lo besara, un roce rápido y fugaz que bajó un poco la tensión. Suficiente por el momento para Alastor.
—Tengo que irme — llevó una mano a la mejilla del rey, acariciando su blanca piel y tras un último beso se puso en pie. — No se olvide de comer al mediodía, mi rey.
—No lo haré querido súbdito, pasa un buen día.
Alastor esa mañana no salió con su habitual sonrisa, era una sonrisa sincera llena de ilusión por volver a ver a su rey.
Lucifer había pasado una perfecta noche y un grandioso despertar, que Alastor se presentara en la noche en su cuarto cuando descubrió que no estaba durmiendo y que no parecía manifestar ningún deseo por hacerlo lo hizo sentir cálido por dentro. Pero ese despertar, ese beso tan intenso, como lo devoró hundiendo los dientes en su cuello mientras los dos se corrían, los dos. Alastor había consentido ese acercamiento, había disfrutado de esa práctica, pero cuando guio su mano a su vagina a través de la ropa... Y cómo Alastor se lamió los dedos justo después...
¡PUM!
Varias de las bombillas del hall reventaron, asustando a los inquilinos que ahí estaban, ¿había sido él? Tenía que haber sido él. Iba a reparar su pequeño fallo tras levantarse de la mesa que había ocupado con sus papeles, cuando alguien lo tomó del brazo y arrastró fuera de la atención de los demás, aunque esa mano era inconfundible.
—¿Papá, estás bien? Llevas todo el día medio ido — le preguntó Charlie con un tono que no supo descubrir si estaba divertida por la situación o preocupada.
—Claro que sí, Char-char, estoy... Estoy francamente bien. — Le confesó el rey.
—Entonces... ¿Esta mañana estaba Alastor? ¿Contigo? — Preguntó tímidamente su hija, con cuidado de no ser demasiado invasiva, pero estaba claro que se moría de ganas por preguntar
—Sí, estaba esta mañana.
—Ahora entiendo lo de las bombillas, —su hija tomó sus dos manos antes de decir demasiado alto — ¡estás totalmente enamorado papá!
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Hazbin Hotel Series: Jaque al Ciervo
RomanceUn nuevo Hotel, nuevos huéspedes. Alastor no pensaba que el rey del infierno pudiese ver a través de los tratos, seguir las cadenas, conocer los bozales que algunos portaban en ese mundo. No, Alastor no lo había tenido debidamente en cuenta y poco a...