Pelea de Familia

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Nuevo capítulo mis queridos amigos

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En esta ocasión la profesora de transformaciones le tocó leer.

Como una bruja, a medias desde que descubrí que soy una semidiosa, en mi corta vida he visto cosas muy raras: mi hermano Charlie montando un dragón que en verdad lanzaba enormes llamaradas de fuego por su boca; Harry peleando contra una serpiente gigantesca; mi hermana Ginny siendo poseída por un diario..., pero nada de eso podía compararse con los Campos de Asfódelos. O quizá sí, y estoy bastante segura de ello, podría compararse con ese lugar, es el Quidditch profesional.

Los torneos mundiales de Quidditch reunían a cientos o miles de fanáticos por el deporte mágico, de todo el mundo, o incluso millones más. Nunca sabrías qué tan grande era la población mágica hasta no asistir a un verdadero partido de esos. Los estadios eran monstruosamente altos, con miles de millones de asientos... Ahora imagina un millón de estadios de Quidditch, pero sin luz, sin fuegos artificiales, sin un comentarista, sin gritos eufóricos, Bludgers intentando derribar jugadores, o todo lo demás.

Esos eran los Campos de Asfódelos.

Un lugar triste lleno de almas que vagaban por toda la eternidad y en la susurrante oscuridad.

-Vamos-me indicó Annabeth cuando notó que yo no avanzaba, me había quedado parada en medio de muertos susurrantes que se molestaban al notar que no podía entenderlos.

Tampoco sé porqué era aquello, quizá no eran iguales a los fantasmas, como el Barón Sanguinario, el fantasma perteneciente a mi casa de Hogwarts. Pero dejé aquel pensamiento atrás y continué el camino abriéndome paso por entre los muertos de la fila de recién llegados.

Había dos filas más, notablemente más pequeñas, de las cuales una dirigía a los Campos de Castigo, humeantes, con ríos de lava, campos de minas y alambres de espino separando cada zona.

Volteé a ver hacia el otro lado, la derecha, y noté que la otra pequeña fila iba a un lugar completamente lo opuesto. Era el Eliseo. Una zona residencial con casas de muchas épocas diferentes: villas romanas, castillos medievales y mansiones victorianas. Y luego, rodeadas por un lago de brillantes aguas azules, estaban las tres islas Bienaventuradas... el lugar para aquellas almas que decidieron renacer tres veces, y en esas tres vidas alcanzaron el Eliseo. Aquel era el lugar del inframundo para los héroes.

Y no pude evitar preguntarme si yo llegaría a aquel bello lugar en el que no me importaría pasar el resto de la eternidad tras mi muerte.

Jade: lo harás, de vieja por que si te mueres ahorita te revivo niña —la señala.

Caminamos un par de kilómetros por los atestados y muy abarrotados Campos de Asfódelos antes de notar la presencia de Las Furias, las tres con sus cuerpos de murciélago volando frente a un castillo de obsidiana negro.

-Supongo que es un poco tarde para dar media vuelta -comentó Grover, esperanzado.

-No va a pasarnos nada. -Percy intentaba aparentar seguridad.

-A lo mejor tendríamos que buscar en otros sitios primero-sugirió Grover-.
Como el Elíseo, por ejemplo...

—Ya estamos aquí, no es momento de retroceder —comenta Jade dispuesta a seguir caminando.

-Venga, pedazo de cabra. -Annabeth lo agarró del brazo.

Pero lo primero extraño ocurrió. Grover emitió un gritito al tiempo que las alas de sus zapatillas se desplegaron y lo lanzaron lejos de Annabeth. Aterrizó dándose un buen golpe.

LEYENDO Cassidy Weasley y Los Elegidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora